Desde muy lejos llega el aroma de las calles azules, las prisas y las musas que juegan al poker con el azar. Dicen que supo callar cuando era necesario, que sus dedos no dan de comer, pero que en su mirada se ve que arde, cuando aprieta el boli, la guitarra y el azar, se ve que no consiguió callar al que le susurra los versos y las verdades del alma y las camufla entre el humo gris que sale de sus pulmones.

Se ve que nunca temió al mundo que nace tras la punta de su pluma, esa pluma que supo adherirse a él como un mar de confusiones que tienen la facilidad de resultar fáciles al ojo del que ls entiende.

Se ve que, con el paso del tiempo, tiempo es lo único que pasó por delante de sus ojos y tiempo es en lo que se ha convertido, hasta que el tiempo se acabe y el tiempo se lo coma, como dicen sus palabras. Tiempo es lo que nos falta y lo gastamos en lo que menos importa.

Se ve que el "Yo no Subersivo" nunca le susurró al oido y por eso enmudeció.