Mary Jane, concédeme un deseo:
acompáñame un día más en esta nube
de humo, de sonrisas, de paseo.
Mary Jane, ponte en mi lugar;
aspira el asco de esta urbe,
expira el fuego de tu paz.
Aúpo un día más de mi cama
a punto de salir al exterior,
cojo el aire sucio, desinmaculado,
que vuela en mi habitación.
Llego nervioso a clase,
es un día especial:
hoy quemaré una planta,
comenzaré a fumar.
Olor intenso como ninguno,
calor constante en su principio;
tubo incandescente poseo,
su humo viaja al infinito.
Mary Jane, concédeme un deseo:
acompáñame un día más en esta nube
de humo, de sonrisas, de paseo.
Mary Jane, ponte en mi lugar;
aspira el asco de esta urbe,
expira el fuego de tu paz.
Pumpúm, pumpúm, mi corazón se ralentiza,
alcanzando por completo su paz.
Pum, se detien casi en el éxtasis,
pum, se detiene en el pumto final.
Una espiral de droga me procura provocar
contorneándose ante mi ojos como una mujer preciosa;
me dejo guíar por todo lo que me propone,
desde la primera hasta la última cosa.
¿Qué es lo que siento? Mis piernas ya no;
un hormigueo en los dedos, un fuerte calor,
un olfato perjudicado, una mala visión,
un malestar por fuera, un bienestar interior.
Mary Jane, concédeme un deseo:
acompáñame un día más en esta nube
de humo, de sonrisas, de paseo.
Mary Jane, ponte en mi lugar;
aspira el asco de esta urbe,
expira el fuego de tu paz.
Mary Jane, concédeme un deseo:
acompáñame un día más en esta nube
de humo, de sonrisas, de paseo.
Mary Jane, ponte en mi lugar;
aspira el asco de esta urbe,
expira el fuego de tu paz.
*Javier Santalices* |