Camino de espaldas para acercarme, es que ahí estás, en mi ayer, no puedo encontrarte en mi horizonte, solo en el pasado. Y es entonces cuando pretendo desaparecer la tridimensionalidad del tiempo, semejante esfuerzo solo por volver a verte, solo por acariciar tu rostro sin que me quites la vista de encima. ¡Es que quiero que me mires!, es mi manera de estar en vos, con los ojos como testigos mudos de lo que hoy es recuerdo traído por un olor, un sonido, por una palabra perdida que resuena como eco de una de nuestras maratónicas conversaciones, tratando de entender que hacíamos juntos, intentando demostrarnos que el agua y el aceite eran posible, ay el amor…, cuanto mutuo desinterés personal y cuantas traiciones en el nombre del amor.
Misteriosos interrogantes en busca de un atisbo de vida nos tienen a la deriva como balsa en el mar, y es de esa forma en que intentamos la brújula que nos haga hacer pié por fin, pero un soñador no entiende de certezas, se alimenta de preguntas para seguir viviendo, y es ahí mismo donde hoy me encuentro, caminando de espaldas, acercándome a vos.
Dime mujer si soportas con pericia y entereza
la distancia y el dolor de haber partido sin mas
que falsas promesas de un ladrón que te he faltado a la verdad,
por cobarde, por traidor, por incapaz al menos
de cargar en su espalda un corazón.
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