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MILAGRERÍA.

Entre los usos, costumbres y devociones de los habitantes de la región costera del Occidente de mi país, existe entre las mujeres casaderas la de ser devotas de San Antonio de Padua. Según la creencia popular este santo varón puede interferir en las cortes celestiales consiguiéndoles pareja a quienes sufren de desamor por la carencia de novio, concubino, esposo, amante o de cualquier interesado capaz de aplacarles las hormonas sexuales.

Por supuesto las interesadas deben conocer y practicar un ritual para favorecer la realización del milagro: Primero es necesario recibir como regalo de una mujer feliz con su pareja, una imagen o figura del Santito alcahuete. Luego reunirán trece monedas del mismo valor obsequiadas por trece personas distintas, pueden ser hombre o mujer. El siguiente paso es llevar la imagen y las monedas a bendecir por un cura —porque tratándose de milagros celestiales ellos tienen derecho a una comisión, estipendio o limosna, como quieran llamarle—

La bendición sacerdotal sirve para limpiar de toda impureza humana la réplica del santo y las monedas, éstas serán el pago simbólico por la gestión alcahueta del santito, porque un novio o marido gratis, ¿dónde? ni con San Antonio de Padua.

Luego, la desesperada interesada o interesado, también los hay, deberán colocar cabeza abajo al santo y todos los martes y viernes rezarle un rosario dejando muy en claro la necesidad y el pedimento. Después esperar con paciencia a los buenos oficios del Santito y cumpla su cometido. Sin olvidar por supuesto los días trece de junio, que en el santoral católico se festeja al señor de Padua, en esa fecha deberán acudir a una verbena popular organizada en su honor, porque existen grandes posibilidades de encontrar allí la pareja tan anhelada.

La tradición oral de la región registra un sin número de testimonios donde el milagro celestial se llegó a realizar. Por ejemplo, existe el caso de Goyita Varela, una mujer cuarentona bien pasada de peso, quien sufría de ataques epilépticos, Goyita, un día de San Antonio estando en la fiesta popular en honor al santo sufrió un colapso epiléptico víctima de la emoción y la desesperación por encontrar pareja. Al estar revolcándose en el suelo y babeando con la lengua entre los dientes, fue socorrida por un mocetón que le introdujo un pedazo de madera entre la dentadura para evitar se cortara la lengua. Después le dio respiración boca a boca y pasado el trance llevó a la mujer a casa de esta. El hombre no salió de ahí hasta un domingo cuando se presentó con la solterona ante el altar para contraer matrimonio.

Durante la fiesta de bodas, el Santo fue pródigo con sus fieles creyentes de aquel pueblo; Rafaela Aguilar, la viuda dueña de la panadería, ya con unos tequilas entre pecho y espalda terminó revolcándose entre los costales de harina de su negocio con Ranferi Carrillo el panadero, quien trabajaba con ella. Hasta entonces comprendió la patrona la sabrosura del pan elaborado por Ranferi: —¡Amasaba muy bien con sus manotas el cabrón!—

En medio del jolgorio Tomacita Carpinteiro recibió noticias de su esposo, no sabía nada de él desde su partida en busca del “Sueño Americano” hacía tres años de eso. Por desgracia las noticias eran fatales, un hombre de mediana edad, fuerte y vigoroso como son los trabajadores del campo, llegó para comunicarle que el marido había muerto en una riña callejera en un poblado gringo. Semanas después, pasado el duelo, el informante terminó poniendo la “cosa” donde la ponía el muerto para felicidad de Tomacita, quien junto con todas las beneficiadas ese año por San Antonio organizaron una colecta para construirle un santuario a su benefactor. Esta iniciativa llenó de alegría al párroco del pueblo, pues los ingresos por concepto de limosnas, aportaciones altruistas y hasta sobornos encubiertos en actos de beneficencia incrementarían su propio peculio.

Bueno, en el colmo de la exacerbación de la fe por el santo milagroso, una noche hasta la parroquia llegó Espiridión Alzate, el fiero capataz de la hacienda La Herradura, el capataz de rodillas en el peana del altar mayor y con los brazos en cruz pidió al padrecito interfiriera ante el santito y Nicolás Rodríguez el domador de potros descubriera cuanto lo amaba, dio fuerza al pedimento entregando al cura un grueso fajo de billetes.

Otro día, Saturnina Alonso la hija tullida del herrero del pueblo, donó al padrecito para ayuda de la construcción de la parroquia una importante suma y sus alhajitas heredadas de su madre, con la solicitud expresa de elevar plegarias y solicitar del santo el milagro de llevar un hombre a la intimidad de su vida.

Casi medio pueblo hizo su petición con la fe respaldada por los milagros realizados por San Antonio de Padua en el lugar. Mientras la riqueza personal del sacerdote se multiplicaba, también aumentaban las falacias del ministro del Señor. A cada uno de los quienes esperaban un milagro de amor, les fue diciendo que el santo sólo se manifestaba en un mismo lugar pasado un año, por eso deberían esperar hasta las siguientes festividades de San Antonio para ser favorecidos con el milagro solicitado. ¡Eso sí!, era necesario recordarle al santito el pedimento cada mes y por supuesto aportar “algo” para la parroquia. Mientras tanto el curita concupiscente solicitaba a las autoridades eclesiásticas su traslado a un punto geográfico muy distante de donde estaba perpetrando sus fechorías.

Como en el mundo material de los humanos el tiempo es inexorable, el calendario concluyó su ciclo anual y el 13 de junio, el día de San Antonio llegó nuevamente a ese pueblo, con sus festividades pagano-religiosas en donde el sincretismo perverso confirmaba el dicho popular: “A Dios rogando y con el mazo dando”.

El curita tramposo había volado como inmaculada paloma en graciosa huida, acompañado de los gemidos de dolor y las oraciones de su feligresía, pues según decía él, lo llamaron al lecho de muerte de su progenitora, el párroco, no se cansaba de enseñar, siempre de lejos una, carta seguramente apócrifa, en donde se le comunicaba la desgraciada noticia.

Durante gran parte del día se celebraron misas de acción de gracias en honor al santo festejado, hasta el Obispo estuvo oficiando una de ellas. Después dicen fue sacado de la sacristía “de aguilita” por la puerta de atrás de la iglesia, víctima de la ingesta exagerada de mezcal, algunos lo oyeron cuando iba cantando: “…y si Adelita se fuera con otro, y si Adelita fuera mi mujerrrr…”

Por la noche… ¡La verbena popular!, las mujeres casaderas vistiendo sus mejores galas iban dando vueltas alrededor del kiosco del lugar y los hombres de igual condición hacían lo mismo, pero en sentido opuesto. La clave era caminar alrededor del kiosco hombres y mujeres en sentidos opuestos, durante la caminata las posibles parejas se encontrarían en el camino y ahí interviniera la mano milagrosa de San Antonio de Padua. Durante el periplo se vio muchas veces pasar entre las casaderas y solteros a Espiridión, a Tencha la putita del pueblo, —también ella tenía sus ilusiones, además había dado al curita su cooperación en efectivo y con cuerpo— Saturnina Alonso también dio vueltas en repetidas ocasiones, siempre empujada su silla de ruedas por una sirvienta quien a la enésima vuelta iba sudorosa y con los ojos desorbitados por el esfuerzo, la pobre mujer elevaba sus plegarias a todos los santos pidiendo un hombre para la hija inválida de su patrón. A punto de desfallecer, en una de tantas vueltas se encontraron con Adriancito Quijano el sacristán de la iglesia y la exhausta mujer le pidió al muchacho la ayudara empujando la silla de ruedas mientras ella iba a orinar. En otro lugar del kiosco Nicolás el domador de potros, nada más “por tentar al diablo” y bajo los efectos del tequila, se había incorporado a la procesión; en la vuelta y vuelta le había parecido muy extraño el comportamiento de su capataz; de pronto lo veía parado, luego caminando y cuando él se aproximaba, Espiridión caminaba de reversa hasta encontrarse con él y entonces le sonreía abiertamente, —Este anda más borracho que yo— Se dijo.

Cuando la alegría estaba en su clímax y la rueda de la fortuna había dejado de girar porque el operador no aparecía por ninguna parte y algunos puestos de fritangas agotaron su vendimia… desde lo alto del cielo se desprendió un relámpago y tras de él sobrevino el aguacero dando al traste con la festividad.

El día siguiente fue de grandes noticias en el pueblo. Primero se supo lo de Adriancito Quijano, amaneció con las dos piernas rotas por la paliza propinada por el padre de Saturnina Alonso, la muchachita tullida, la golpiza no paró hasta que el sacristán en medio de alaridos de dolor pidió la mano de la muchacha al padre enfurecido. Luego la gente se santiguó al enterarse de la horrenda muerte Espiridión, el fiero capataz de la hacienda La Herradura, fue encontrado con el rostro desfigurado como si hubiera sido pateado por un potro salvaje.

La gente no se reponía de la sorpresa, cuando alguien llegó avisando la muerte del señor Obispo, falleció camino a la capital víctima de una congestión alcohólica. Los pobladores comentaban en grupos y dispersos los acontecimientos, cuando el camión de sonido de los juegos mecánicos pasó solicitando por el altavoz un operador para la rueda de la fortuna, pues no apareció el hombre que lo hacía. ¡Cómo iba a aparecer!, si en esos momentos estaba camino a su pueblo natal, llevaba a Jacinta, la criada del herrero para presentarla a sus padres como su futura esposa, pues la noche anterior durante la festividad al operador le dieron ganas de mear y se apartó a un lugar solitario para darle satisfacción al cuerpo; cuando regresaba a sus labores en el juego mecánico se encontró a Jacinta orinando con las enaguas arriba y los calzones abajo… y bueno, dicen “Que de la vista nace el amor”…

Mientras tanto, en un cuarto de hotel barato Tencha lloraba como la Magdalena, inconsolable, pues Nicolás Rodríguez nunca llegó a la cita pactada entre ellos. La pobre mujer rabiaba contra su suerte, de puta nunca iba a pasar ni sobornando a San Antonio de Padua.

Con el transcurrir de los días los rumores se fueron acallando y la fe empezó a fortalecerse; después de todo ahí quedaban los testimonios de vida: Adriancito y Saturnina escenificaron en el pueblo la primer boda en donde ambos cónyuges se desposaron en silla de ruedas. Y desde un pueblo vecino llegaron noticias de Jacinta y su marido —el operador de los juegos— vivían felices, él había recuperado su trabajo y ella atendía un baño público móvil puesto en servicio en cada lugar donde los juegos mecánicos se presentaban. Ahora los pobladores esperaban ansiosos nuevamente el 13 de junio próximo, ¡la festividad de San Antonio de Padua!, lo hacían con toda la fe albergada en sus corazones, esperaban del santito el milagro solicitado. Mientras las casaderas y los solteros iniciarán nuevamente el ritual: Ya saben, recibir regalada la figura del santito alcahuete…

También supieron desde un pueblo muy alejado del lugar de los acontecimientos narrados, la llegada de un nuevo cura a la iglesita de esa comunidad; cuentan haberlo visto aparecer a bordo de un auto de lujo acompañado de su cocinera de nombre Hortensia. Detrás de él llegó un camión de mudanzas de donde fueron bajando varios muebles y objetos, de entre ellos llamó mucho la atención a los lugareños una cama matrimonial nueva, de esas de dos colchones que ni en sueños los habitantes del lugar conocían y la figura de un santo del tamaño de una persona, por descuido los trabajadores de la mudanza lo dejaron de cabeza y no fue reconocido por las beatas y lugareños, fue Maruja la solterona del lugar quien gritó: ¡Es San Antonio de Padua! y cayó de rodillas. Hicieron lo mismo varios de los presentes para reverenciar al santo milagroso, mientras el curita mañoso alzaba sus brazos al cielo y sonreía con perversa malicia.


Jesús Octavio Contreras Severiano.
Sagitarion




Texto agregado el 25-05-2009, y leído por 885 visitantes. (17 votos)


Lectores Opinan
02-05-2020 Divertido, caustico y muy bien escrito. Magnífico relato Parzenon60
31-05-2009 Un relato poblado de costumbrismos,excelente en su narrativa.Destacaria la conducta desonesta de ese curita,que usando el poder engaño a esa gente.Gracias me voy muy satisfecha de haber leido un relato de calidad,gracias amigo****** shosha
30-05-2009 Un precioso texto lleno de fuerza y magia. Se lee con deleite esperando el final que por cierto sorprende...!!! betsyhaab
29-05-2009 Un excelente texto... atragante de principio a fin... excelentemente relatado... que dibuja a la perfección la idiosincrasia de nuestros pueblos... Sus tradiciones... sus creencias ... annika
29-05-2009 Aunque al principio la cantidad de palabras puede asustar a los lectores (no es mi caso: si el texto lo vale olvido la cantidad de palabras), el que nos dejas se sigue de manera natural. tiene todo lo que necesita un texto para divertir además de mostrar la idiosincracia de los pueblos, sus eternos personajes, las injusticias divinas y humanas y las hipocresías que se despiertan en torno. Un texto para disfrutar de cabo a rabo. Un abrazo y estrellas! cromatica
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