Me encuentro sentada a la orilla del mar, y los sonidos me han llevado a pensar en aquellas historias que mi abuela ha contado una y otra vez no tan solo a mi, sino a cada una de nosotras, en una lucha para que no cometamos los mismos errores, en un esfuerzo por no dejar morir el conocimiento cargado de recuerdos, nostalgia y dolor.
Mi familia no es muy diferente a la tuya, procedente de provincia, emigrando a la Ciudad de México en busca de una oportunidad, creyendo que se vive mejor en la gran urbe, que mentira más sórdida y cruel para quienes no conocen este monstruo.
En este país lleno de matices y de sabiduría ancestral, se encuentran inmersas tantas historias.
Mi abuela me contó que siendo muy joven perdió a su mamá, la causa, la falta de servicios y atención médica. Quedándose sola sin guía y dirección, se vio acompañada de tantas preguntas y pocas respuestas. Manojo de emociones y sensaciones que no logro descifrar. Su juventud e inexperiencia la hicieron creer en un amor sublime como el amanecer. Ese hombre la cautivo, llevandola lejos de casa, lejos de su padre. Ella anhelaba vivir, y ser la protagonista de una gran historia de amor.
Como mujeres pensamos que nuestra historia de amor es tan intensa que no se puede comparar con ninguna otra. Sin embargo, es duro reconocer que ser mujer en este país es una lucha agresiva. Y que la carga social y los roles son intensos y a veces prodigiosos.
Muchas veces he cuestionado el porque al enamorarnos perdemos nuestro justo valor y nuestra necesidad de ser más allá de los limites de nuestro cuerpo.
Mi abuela fue un ejemplo claro de lo que debía ser una esposa, de acuerdo con la época debía soportarlo todo, no protestar, ni manifestar rechazo o cuestionar. Solo debía obedecer y esperar.
Esperar recibir afecto y un poco de comprensión. Y es triste escuchar su historia de amor, espero demasiado y recibió tan poco, poco amor, poca comprensión, pocas caricias, poca vehemencia, poca lealtad, y demasiados vacíos, con lagrimas y anhelos hechos pedazos por la dureza de un corazón que poco supo del amor que le había sido destinado.
Magie es el nombre de mi abuela y en ella existe una belleza incomparable y magnifica, de una dulzura y una pasión por la vida que jamás pudo percibir por amarlo a él mas allá de la razón.
Dios nos ha dado esta virtud de amar con tanta entrega y dedicación aún a costa de nuestra propia voluntad.
He escuchado tantas veces esta historia y me he cuestionado y las respuestas han sido a cuenta gotas, otras tantas como una tempestad, y aún es difícil definir lo que es el amor.
Puedo decirles que en cualquier época la mujer ha amado y ha aprendido lecciones difíciles de compartir, muchas veces por miedo y otras tantas porque nadie estuvo dispuesto a escuchar.
Ser mujer es librar batallas contra lo que solíamos ser y lo que podemos llegar a hacer. No se trata de roles sino de ganar escenarios.
Crees acaso en el destino. Soy demasiado complejo.
Solía creer que el amor era solo un oleaje de sentimientos que se desbordan en pasión, pinceladas sutiles de tu mente al corazón.
El amor es tan mental y las sensaciones de nuestro cuerpo son el lenguaje perfecto para expresarnos.
Dios ha sido testigo de lo escrito por cada uno de nosotros. Y no perdamos la capacidad de escuchar en silencio. De contar tú historia a los demás. Hay tanto que intentamos para no reconocer que tenemos grandes vacíos.
Estoy aquí para decirte que una historia de amor no se basa en sentir pasión o en emociones indescriptibles. Alguna vez un poeta me dijo, que toda mujer es un misterio y cada hombre una puerta oculta de acceso. Desde ese momento, al escucharle he pensado que solo Dios te da la llave para accesar al misterio y encontrar la puerta correcta. Tengo esta voz y este corazón desbordando vida y anhelado sueños grandes.
Amigo, amor es exactamente lo que estas sintiendo al escucharme.
Es vivir plenamente tu historia, desprendiéndote de tu piel y dejando que la razón dicte tus pasos, guiando lo mejor de ti hacia ese testigo que se manifiesta para mostrarte que eres mejor de lo que tus ojos ven, ese testigo comparte contigo cada momento, porque esta ahí para ti.
Y todo a tu alrededor es diferente, las palabras toman sentido, los colores son más intentos y los sabores son más perpetuos.
Estoy aquí sentada a la orilla del mar escuchando tonadas melodiosas cargadas de dulzura y movimiento porque no hay más soledad. Estas tu conmigo, por un par de minutos, has sido fiel acompañante.
Confió en que tengas la capacidad de experimentar este amor.
Ahora debo callar para mantenerme amando en eterna libertad. Escucha siempre, escucha y no dejes de escuchar.
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