En el reino de Lacoin
y en su blanco corcel,
cavalga nuestro príncipe,
a pelo sobre el.

Sin sus pantaletas,
solía cabalgar
a conquistar a una doncella,
para poder copular...

Los cristalinos arroyos
en el camino están
para que las bellas cortesanas,
desnudas se han de bañar.

Esperan su paso porque
es por ellas sabido
que su príncipe heredero,
tiene el hábito real
de mostrarles el trasero.

Con gran gracia mostraba su verga,
recorría todos los arroyos
de noche y día,
hay que conocerla!

Las más atrevidas doncellas,
le esperan al pasar,
quizás el se detenga
y las pueda fornicar...

Otras escondidas
verán su caminar,
y en las noches calurosas
sus ventanas y piernas abrirán.

Soñaran con este príncipe,
en un bosque de vergas encantado,
en el cual se han de revolcar juntas,
a su lado.
con su escudo y gran lanza,
este atacara,
a sus gentiles y bellas cortesanas,
que gustosas,
se dejaran atrapar...

Se murmura en el castillo,
que este joven príncipe
después de sus recorridos,
se baña desnudo
en cualquier río...

Debemos sorprenderle
decían las más viejas,
tenemos que adorarlo,
decía la condesa
si es tan locuaz y audaz,
replicaba la baronesa.

El príncipe Cristino,
montado en su fiel corcel
va tras otro recorrido,
dejando a su paso ido,
el aroma y huellas de el...

Ellas lo saben bien,
nunca busca el mismo río
para su gran verga lavar,
las aborda el misterio
de poderlo encontrar.

Y fue creciendo en su leyenda,
en vida sus correrías,
era también querido
por su gran simpatía.

Los reyes de lacoin,
de sus andanzas sabían
puesto que era el primogénito,
todo le permitían...

Fue el primer hombre,
en el ceno del reino
y fue adorado en vida
por sus dotes y acento...

Su única hermana la pequeña princesita,
jugaban a ser príncipes en las mañanitas,
Cristino compartía con ella,
sus infantiles juegos
y con una reverencia,
se disfrazaba de pordiosero.

También la pequeña princesita,
cabalgaba a su espalda,
compartían muchas risas
y momentos en la estancia.

Todo transcurría bien,
hasta que una tarde,
un heraldo real les comunicaba
que iban a atacarles...

Otro reino celoso de su paz,
traería la tragedia al reinado,
en la noche de San Juan...

Todos dispuestos para la batalla,
caballeros, jóvenes y damas,
el príncipe Cristino
fue el primero en preparar,
sus atuendos y caballos,
para el reino salvar.

La lucha fue encarnizada,
y pudieron derrotar a los usurpadores,
en afrenta sin igual,

El príncipe Cristino,
herido de muerte esta,
solo piensa en sus doncellas,
porque valiente además le recordaran...

El reino de lacoin,
esta triste y llorando,
los arroyos están secos
y los caminos, murmurando
han erigido en su honor,
una estatua de mármol
y de guardia al sol,

En la rivera del peñón,
se siente su corazón
han pasado años desde su desaparición,

La princesita es ya una bella doncella,
y la leyenda de Cristino,
se ha despertado en ella...
cabalga desnuda y hermosa,
en las tardes anocheciendo,
con los tibios vientos
y los cabellos sueltos.

Busca el gran peñón,
y baña su cuerpo en el río,
mirando fijo el mármol,
del príncipe querido.

Otras se han unido,
al inusual rito,
y cabalgan desnudas
por los caminos...

Los hombres del reino
han permitido,
que recuerden así a su príncipe
su príncipe Cristino...