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Bella mortalidad 1

Cho Yi abre los ojos, su cabello esta enredado entre sus manos bajo su cabeza, hay un dolor en sus pupilas por una luz que baja del sol por la ventana. A su derecha una pluma flota en el aire, el camina por el pasillo rumbo al patio, hay estatuas de muchachos jugando con discos y sogas, las hojas de los arboles suben a las ramas, el viento se lleva lo que trajo.
Junto a 50 jóvenes escucha a un sacerdote que pregunta:
¿En qué se parece la vida de una mariposa nocturna, que dura un día nada más, y la vida de un hombre, que vive mucho más?
En la observación, responde Cho Yi.
El sacerdote asiente con la cabeza.

Bella mortalidad 2

En un monasterio chino se encuentra una rara reliquia, un extraño milagro que todavía la mayoría de los hombres no puede dar explicación, pero tampoco credibilidad. Hace 200 años un joven aprendiz de sacerdote se durmió sobre su cama y jamás despertó. Su cuerpo incorruptible todavía yace sobre la madera y el lienzo, con las manos bajo la cabeza. Su rostro refleja una mueca más increíble todavía, una indescifrable sonrisa que ensórdese la razón de los que buscan su porque.
Tres sacerdotes lo observan en santa vigilia. Oran noches enteras porque despierte, cuidan su sueño, pero ansían escuchar de su boca la verdad. Ellos desde jóvenes lo esperan. Han visto a sus amigos convertirse sacerdotes, han visto la nieve y el agua en las ventanas, han visto al ciruelo marchitarse y florecer, han asistido a bodas, bautismos y también a entierros de sus amigos.

Bella mortalidad 3

¿En qué se parece la vida de una mariposa nocturna, que dura un día nada mas, y la vida de un hombre, que vive mucho más?, preguntó un sacerdote chino mientras trenzaba su largo bigote.
Unos 50 jóvenes, rapados, vestidos de blanco con su mirada fija en el altar donde el chino levitaba, no atinaban ni a un nó con la cabeza.
¡En nada! El tiempo transcurre a distintas velocidades, para la mariposa las horas son años, para el hombre los años son insignificantes, ni se da cuenta de que transcurren.
El sacerdote se dejo caer lentamente, y con un gesto de su mano los dejo ir.
Cho Yi se dirigió a su aposento mientras sus compañeros todavía jugaban con discos de madera y palos con sogas. Tomo una pluma de ganso y la dejo caer. Se recostó sobre el lienzo, puso sus manos bajo su cabeza y decidió soñar.
Así como hombre, fue mariposa.
Sobrevoló su cama mientras sus compañeros se convertían en sacerdotes, recorrió los pasillos del monasterio mientras la nieve caía y se derretía en las ventanas, se poso sobre un ciruelo que floreció 10 veces. Se dirigió al altar y vio ceremonias de casamiento, bautismo, y también vio los sepelios de sus amigos.
Se sentó frente al altar donde su maestro reposaba.
-Falta mucho para que llegue la noche – pregunto Cho Yi
-Lo que puedas esperar- respondió el sacerdote.


Panchus 2008

Texto agregado el 23-05-2009, y leído por 71 visitantes. (0 votos)


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