He aquí el mensaje del abuelo,
ahora convertido en sueño,
siendo de los peces dueño;
Me miraba a los ojos y decía
en esas tardes que lloraban,
cuando encuentres el amor,
dale todo tu calor, toda tu poesía;
Me presentaste a Wagner, Mozart y Beethoven,
me enseñaste que el alma siempre es joven,
ahora, cabalgando vas con las valquirias,
en el cielo hueles tus amadas orquídeas,
Abuelo, joven de ochenta y cinco primaveras,
la búsqueda ha terminado,
al fin la he encontrado,
aquella mujer que desde niño he añorado;
Pero dime, ¿Qué tal duermes en el mar?,
o quizás te convertiste en estrella,
aún recuerdo tu sonrisa, tu felicidad,
cuando sentado a la mesa me compartías tu pan;
Confidente, fiel guardián de mis secretos,
refugio en la ausencia del padre,
conocedor de mil leyendas, emprendedor de mil retos,
nunca una palabra mala, nunca para mi un veto;
He aquí el mensaje de mi abuelo,
toma de la vida todo lo bueno,
y a la mujer amada brindarle mil caricias,
nunca despiertes en ella el celo;
Solo olvidaste una cosa,
no me dijiste que estrella escogerías,
para vivir, en ella convivir,
en las noches busco, tantas cosas por decir,
Decirte que tu consejo seguí,
trato de hacer poesía, trato de escribir,
he encontrado el verdadero amor
ese que me nombrabas tanto tu;
Me enseñaste al Clemente y Misericordioso,
me mostraste la oración,
por las noches más que el beso de mi madre,
esperaba tu Santa bendición;
Abuelo pirata de siete mares,
buscador de tesoros de imaginación,
una pregunta tengo yo,
allá en el cielo ¿Los ángeles de que color son?.
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