Suena el teléfono, oigo la voz de la secretaria de mi mamá, por una razón inexplicable pienso que a mi abuelo le ha pasado algo... siento un corrientazo frío que empieza en la punta de mi cabello y atraviesa todo mi cuerpo hasta llegar a los pies.

- Buenas tardes, ya la comunico con su mamá

El tiempo pasa lento, puedo escuchar la música, una canción conocida... “Para Elisa”... mientras espero oir alguna voz, el corrientazo frío sigue circulando por todo mi cuerpo... me siento lejos de mi país pero aún más, lejos del suelo.

-Algo le pasó a mi abuelo... estoy esperando a que mi mamá me explique...

Él me mira, espera con paciencia el momento en que cuelgue para que le actualice.

- Hola mi amorcito, ¡tienes que venir ya! reserva el vuelo lo más pronto que puedas! ¡tienes que venir ya!
- ¿Que pasa? ¿que pasa mamá?
- Tu papá.... nos asaltaron... estoy en el hospital... tu papá... ¡tienes que venir ya! ¡Avisale a Paola!

No es mi abuelo, me tranquiliza, ya no siento frío. Pero el tiempo sigue detenido y yo no siento el suelo rozando mis pies. Me toco la cara, tratando de sentir que estoy despierta. Él me mira, esta vez le veo los ojos mas grandes, me mira fijamente.

-Tranquila mamá, mi papá va a estar bien... no te preocupes... voy a buscar un avión para mañana
-¡No! Ya tienes que venir, ¡tu papá esta grave!
-Si, si... tranquila... voy a buscar algo lo mas rápido posible...

Creo que solté el teléfono, porque no lo siento en mi mano, la casa no existe, no veo nada, sin embargo siento una presión fuerte como si paredes, techo y piso me oprimieran.

-Dice que los asaltaron... que está en el hospital... que mi papá está grave... tengo que decirle a Paola.
-Si quieres yo la llamo
-¡No! Yo le digo...

Miro alrededor me veo sentada en el sofá la sala. Me toco la cara con las manos, pero como no siento nada, me restriego la cara más fuerte. Él me toma las manos, me dice que espere... que él llama... suena el teléfono:

-Hola tía... ¿estas con mi mamá? si si... voy a buscar un pasaje ya pronto, si si el más rápido.... ya voy a llamar a Paola.... si, bueno... llamo más tarde...Adiós.
-Dice que mi papá esta muerto.... eso dice... que mi mamá llora....

Miro el sofá, es de color amarillo, un color fuerte, hay una pared de color rojo, las otras son blancas... desde la ventana se ven los carros y gente pasando. Estoy de pie ahora, no se donde estoy, creo que al lado esta la chimenea. En mis piernas siento el calor que sale del radiador, ¡ah! estoy al lado de la ventana, las manos en la cara otra vez... lo se no porque las sienta, sino porque él me las quita con sus manos...

-Deja de hacer eso... que te hieres...

No se a que se refiere, nada me duele. El teléfono... tengo que llamar... ¡Paola!... ese sillón es muy amarillo, no se ve bien con la pared roja....

-Quiero reservar el próximo vuelo a Colombia.... si, no importa, a nombre de Ximena, claro... X-I-M-E-N-A... gracias.
-Dicen que mañana a las 5am, no hay más...
-Dejame llamar a Paola... siéntate.
-¡No! ¡yo la llamo!

Estoy marcando un teléfono, pero no oigo nada, mensaje de voz, necesito que conteste, yo no puedo ir sola. Estoy sentada, en mi cabeza retumba esa posibilidad, se que no puedo, es demasiado, marco otra vez...

-Hola Paola, mi mamá me llamo, dice que mi papá... que los asaltaron... si, están en el hospital... que mi papá se murió... busque un avión, llame a mi mamá, no me puede dejar sola... si, chao.

Mientras la pronunciaba, esa palabra quemaba mi garganta como acido, no lo puedo ni pensar, si la pongo en mi cabeza cada letra me retumba en el cerebro. La pared tiene baldosas blancas, estoy en la cocina, me mira, creo que me esta siguiendo. Tengo que esperar, esperar algo, miro el reloj, todavía no me voy.

-Duerme un rato... yo te acompaño al aeropuerto...

Me duele la cabeza y la piel, me duele la cara. Estoy acostada, miro al techo, tengo que alistar algo para llevar. Me levanto y abro un morral: dos blusas, un pantalón, cepillo de dientes.... otra vez estoy acostada, lo abrazo.

-Tenemos que irnos ya, hay que estar en el aeropuerto dos horas antes.

Abro los ojos, me duele la cabeza como si hubiera algo dentro que empuja las paredes de mi cráneo para salir. Subimos al carro, creo que estoy hablando, el me contesta, no se que estoy diciendo, al parecer es sobre el vuelo, por lo que alcanzo a oír de lo que el dice.

- Bienvenidos a Colombia, por favor buscar su equipaje en la cinta número 5

Siempre esta lleno el aeropuerto, muchas filas para la inmigración, entre mucha gente reconozco a Paola. Otra vez siento el dolor de cabeza, creo que siempre ha estado allí. Corro hacia ella, la abrazo, pasamos la inmigración, no tengo maletas y ella tampoco. Tomamos un taxi, no hablamos o si, creo que ninguna de las dos lo sabe.

La casa de mi mamá, tiene ladrillos grandes brillantes por el barniz que refleja los rayos del sol. La puerta se abre y sale mi mamá, tiene los ojos hinchados. Nos abraza y lloramos. Yo lloro porque ella llora, como reflejo de infancia o tal vez la falta de costumbre, los padres casi nunca lloran. Me duele todo el cuerpo por dentro como si sangre y oxigeno rompieran los capilares a su paso.

-Vamos a la funeraria niñas, allá esta su papá... pónganse algo de color negro...

Mientras que camino hacia mi habitación recuerdo que no traje nada de color negro, solo un jean y dos blusas blancas. Paola me pasa una ropa, me la pongo muy lentamente porque todo duele: el roce de la tela contra la piel y esta maldita cabeza... La gente me mira, nos mira... como extraños, se empiezan a acercar, espero que no me toquen. Al fondo veo un ataúd, no me quiero acercar.

-Vengan niñas, veamos como está...

Miro desde lejos, me siento como cuando tenia 5 años durante una pesadilla, no quiero que me mire ni que se levante, no quiero saber quien esta allí dentro. Veo sus manos, siento el suelo rozando mis pies. Tengo miedo, tengo muchísimo miedo.