los pinceles están ahí, y no puedo pintar, el cuadro me ruega que lo acaricie y asiente color en su vida, la luna sabe mi perdida, ella lo sabe.
las lagrimas caen, el cielo nublado esta, el eco grita y ruge en el valle adormecido.... como quisiera pintarlo.
El caballete, las acuarelas y las cortinas manchadas, me miran impotentes, y yo, encarcelado en ese cuarto, mirando mi glorioso pasado, quiero escapar, huir de ese lugar, pero no puedo, en cada rincón existe un recuerdo que lacera mi alama de creador.
Hasta la ventana muestra su paisaje, el que una vez pinte, me dice, la maldita –mira lo que perdiste- el solo pensar, que un pincel jamás tocara las yemas de mis dedos, es como quietarle las alas a un pájaro, es la muerte para mi…
El llanto, como de un niño, yace en mi rostro; totalmente empapado, quiero limpiarme con mis manos, pero al recordar que no las tengo, que ni puedo limpiar mis lagrimas, mis sufrimientos.
salto de la ventana intentando volar, ya que no puedo pintar, solo por un instante quiero sentir lo que nunca mas, volveré a experimentar…
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