Era el tercer día con lluvia, y por los truenos, prometía ser el peor de todos. Desperté a Raúl, esa cosa de “mamá” que tiene una, porque si no fuera por mí, llegaría tarde al trabajo todos los días; le separé la ropa para ponerse y le hice el café mientras él se afeitaba. Sí, tenés razón, pero ya lo acostumbré así. Bueno, te sigo contando. No sé si habrá sido la lluvia, pero los chicos estuvieron más insoportables que de costumbre, fue una lucha levantarlos. Casi quemo el guardapolvo de Viky, tuve que secarlo a pura plancha, con este tiempo nada se seca ¿viste?. Justo el de ella, ¡con esas tablitas de mierda que tiene! Una lástima que no vayan los tres a la misma escuela; no sabés cómo me hacen correr. Para colmo, en la de Danielito tenía reunión de Cooperadora, así que tenía que llevar a Nico al Jardín y volver. Después tenía que ir al Super y al Banco. Sí, vencía la patente del auto y Raúl ni en eso me da una mano. Yo rezaba que no fuera día de pago a jubilados, porque entonces sí que no salía más del Banco, y tenía miedo de llegar tarde a buscar a Nico. Quería ir antes de eso, porque ir con Nico al Super es la muerte. Es peor que entrar a esa página literaria que me dijo Miriam, ¿cómo era…? Esternón? Asteroide? No sé, algo así. No sabés…¡No entendía nada! Cartelitos por todos lados…¡Un quilombo!. Claro, Miriam no tiene hijos; la mucama y la cocinera le hacen todo y ella puede pasarse todo el día escribiendo boludeces. Pero bueno, es su tema. La cosa es que volvía a mi casa a mil por hora, bajo un diluvio; aparte, apurada porque no estaba segura de haber desenchufado la plancha, ¿y adiviná qué…? Viste como es mi casa, el pasillo es techado…¡Querés creer que por debajo de la puerta de mi departamento salía un río! Sí, un río, no un poco de agua. ¡Todo inundado, Tití!!!
Mirá, mirá cómo tengo las manos. Pero la destapé a la hija de puta. Hace seis meses se lo dije a Raúl, pero no hay caso; si es para un amigo sale corriendo con las herramientas, pero en casa no mueve un dedo. No sé cuánto tiempo estuve, Tití, pero me salvó Norma, la vecina. Ella fue a buscar a Danielito y a Viky, que a esas horas ya estarían pensando que había muerto ahogada, y te juro que faltó poco; y yo fui a buscar a Nico. Lo hubieras visto en la puerta sentado con su maestra. Sé que estuve mal en insultarla, pero me dio broca esa cara de “no te creo nada de lo que decís, vos estuviste de joda y te olvidaste de tu hijo”. Pobre Nico; en el Banco y en el Super, lo tuve zumbando.

Ahora recuerdo y me rio, pero en esos momentos estaba furiosa. ¡Me pasaban todas! Mirá, te la hago corta; imaginate cómo quedó el departamento con el agua de la cloaca, creo que hubiera trabajado menos si en lugar de ponerme a limpiar todo, me mudaba en ese instante. Cuando la casa quedó impecable, me tiré en el sofá. Quedé muerta, te juro. No te miento si te digo que habían pasado tres minutos y llegó Raúl…

¿Te miraste al espejo?, dijo. Contestáme, ¿te miraste al espejo?, estás hecha un desastre; tu ropa, tu pelo, todo! ¡Vos sos de las que después se lamentan porque el marido se engancha con una mina bien arreglada, pero se la pasan como vos, tiradas todo el día en el sofá sin hacer nada!

Si, ocho puntos le dieron…cicatriz le va a quedar. Lo peor es que era un regalo de mi mamá.