Atentamente observaba sus pasos, sabía que a la mínima ocasión le dirigiría la palabra, le diría cualquier cosa para despertar el interés, para roper el hielo. Él sabia que era una mala persona, que el despecho que tiene a los demás hombres es demasiado grande. Sabía que él podía hacerla cambiar.
Contradicciones era lo que más se pasaba por la cabeza, principalmente no podía enamorarse, tan solo canviarla, solo eso, canviarla, y para ello, debía mentalizarse.

Cogió el diario y se acercó un pouito más, de ese ángulo del banco la podía contemplar a la perfección. Tenía una belleza deslumbrante. No podía parar de mirarla fijamnte y ahí ella se giró, con su pelo negro rizado al viento, le clavó la mirada con sus profundos y marrones ojos y sonrió.
Era encantadora, pero no podía caer en su red, en su juego. Dios, que bella mujer, pensaba, si es que, parece tan inocente, tan angelical.