Tres días después de aquella exquisita cena, nos encontramos con Horacio en el parque de diversiones que había llegado al pueblo el día anterior. Nos divertimos tanto como aquel día de la venganza.
Nikita, Horacio y yo, participamos de todas las atracciones que había traído el parque.
Al primer juego al que nos subimos fue la montaña rusa, luego fuimos a un que se llamaba Kamikaze, era algo así como dos grandes brazos que en sus extremos tenían una estructura semejante a un vagón del tren bala japonés, y se movían en circulo alrededor de un eje horizontal, uno para cada lado. Ese sí que fue emocionante, nos subimos en un asiento Nikita y yo, y en las butacas de adelante se sentó Horacio.
Al bajarnos del Kamikaze, no nos podíamos mantener en pié, debido al mareo que nos produjo.
Decidimos sentarnos en un pequeño e improvisado bar que habían construido en el lugar.
Consumimos unas gaseosas mientras comentábamos las sensaciones vividas en el juego.
- Vamos a los autitos chocadores – dijo Horacio.
- A mi no me gustan – dijo Nikita – pero vayan ustedes y yo me río desde afuera.
- Bueno, vamos – dije.
Así lo hicimos, compramos dos boletos y nos dispusimos a jugar como niños, Nikita nos alentaba desde atrás de las rejas que limitaban la pista de autos.
Chocábamos con uno, chocábamos con otro, nos envestíamos entre nosotros, hasta que sentí un golpe muy fuerte desde atrás. Al darme vuelta, veo que era Chialvo, el tercer cabecilla de la banda de los cuales nos habíamos vengado.
- Pensaste que te ibas a liberar de nosotros, hijo de puta – gritó desde su coche.
En ese momento, siento otra envestida desde la parte frontal del vehículo. Giro la cabeza y veo a Díaz, uno de los ayudantes de Chialvo.
- Ahora nos vamos a reír nosotros – dijo Díaz.
- Ese es un asunto terminado, ustedes se rieron primero y luego nos tocó el turno a nosotros. El juego terminó – dije.
- Para vos habrá terminado. Para nosotros recién comienza – dijo Chialvo en tono irónico.
En ese momento de confusión, Nikita desapareció, lo primero que pensé es que había escapado al ver que se encontraban estas personas en el parque, pero me equivocaba.
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