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Túrin vivía en un mundo muy avanzado. ¿Material? No importaba. Su madre no lo quería. Nunca le prestó ni cariño ni afecto. Un día, se liberó de esa molesta carga. Manchado, se fue de su hogar. Se unió a la tripulación de una nave llamada MCC. Su misión era explorar los miles de mundos sin archivar, lugares por conocer. Pasaron diez largos años, pero Túrin jamás hizo contacto con sus compañeros. La soledad era una pesada carga.
¿Cómo se llamaba? Había una niña llamada Ee que era la personalidad de la nave. Ella siempre lo miraba con ojos brillantes. Un día, Túrin no soportó más y los mató a todos. Al capitán, a los exploradores, tenientes, mayores, todos. Todos excepto a Ee ¡quería estar solo! ¡Su vida ya era solitaria! ¡Déjenme vivir solo en esta nave! Intentó con su cuchillo matarla por todos los medios. Ese ser inservible lo seguía mirando, llorando. Túrin no lo soportó, y su brazo voló envuelto en sangre.
Pero Ee y el MCC no podían dejar que el ser al que amaban muriera. Le salvaron la vida. Y Túrin quería morir mientras miraba por la ventana de la enfermería, rodeado de camillas con cuerpos tapados con sábanas blancas.
El piloto automático estaba encendido. Llegaron a un planeta cualquiera, llamado por sus habitantes Tierra. Túrin sabía que no podría ni vivir ni morir en paz en aquella nave, así que descendió, se acercó a un acantilado bañado en el agua marina, para lanzar sus pensamientos. Pero antes de hacer cualquier cosa miró hacia su lado, y vio al ser más hermoso que ojos mortales jamás hubiesen visto. Ella era pura, terrible, perfecta. Pero ella nunca lo vio. Ella era una diosa, Gaia. Túrin, un hombre, jamás podría ni tenerla ni alcanzarla.
Y así es como Túrin urdiría el plan que lo transformaría en un Payaso. Tomó al MCC, y ordenándole a Ee que le sacara todo el poder que tuviera, en un universo vacío, creó un nuevo mundo, un mundo donde cualquier ser con un mínimo de inteligencia, pudriera alcanzar cualquier cosa, con tan solo desearlo. Su nombre era el Mundo de los Deseos. Y miles de millones de viajeros de todos los universos vinieron a este mundo a cumplir sus más anhelados sueños. De esta forma, Túrin se proclamó el Rey y Creador, y se cambió su antiguo uniforme por ropa de payaso, y cara de payaso. Y Mientras, en el interior del planeta, un ser crecía en poder, pudiendo expandirse a cualquier lugar, su nombre era el Maestro de los Deseos.
Aquel que derrotara al Maestro, tendría el poder de desear algo más allá de los límites. Y cuando Túrin creyó que la hora había llegado, bajó hasta las profundas minas del Mundo de los Deseos. Y luchó a muerte con aquel que todo lo puede. En un lugar donde lo que tú quieres se cumple, un ser puede ser todopoderoso si lo desea. Y así fue como Túrin ganó en una batalla que incluso se desplegó en tierra alta, perdiendo su disfraz.
Ebrio de poder, se transportó a la Tierra, y de los cabellos arrastró a la diosa de sus sueños. Gaia intentó ofrecer resistencia. Ee gritaba a su lado, tratando de detener esta bestialidad. El maligno deseo de Túrin hacía colapsar al Mundo entero. Temblores, tormentas, maremotos. Y cinco viajeros fueron testigos de todo lo que sucedía. Ee, desesperada, les rogó ayuda. Uno de ellos tomó la decisión de luchar contra el Maestro de los Deseos para ganar el mismo poder que Túrin. El Maestro seguía tan vivo como siempre. Las cavernas y las minas temblaron, pero aquel joven ganó.
Subió a la superficie, y encaró a Túrin. Túrin supo que aquella pelea sería importante, y recordó toda su vida en los pocos segundos que transcurrieron mientras corría. En un principio, la lucha fue equilibrada. Hasta que, el corazón de Túrin no soportó más y se envolvió en tinieblas, y estas se volvieron deseo y transformaron su cuerpo en un séquito de demonios y gusanos, que parecían una montaña. El muchacho voló por los aires, seguido y golpeado por los diablos, hasta que su sentido de justicia y supervivencia se tradujeron en alas blancas que destruyeron el malvado disfraz. Túrin mostró sus negras alas de murciélago. Una batalla aérea, de ángel versus Belcebú. Litros de sangre llovían. Los pocos testigos que quedaban miraron asombrados como Túrin perdió. Y cayó lentamente hacía el suelo. Antes que alguien pudiera evitarlo, una sombra se posó sobre el en el aire, y al tocarlo, Túrin sintió como miles de cuchillos destrozaban su cuerpo. El aventurero lo intentó salvar, pero era tarde, los restos de Túrin impactaron el suelo. Gaia se reía a la distancia.
El Mundo de los deseos colapsaba. Una luna rota caía en pedazos a la tierra. Los viajeros, junto con Ee, se fueron de ese lugar, pero mientras ellos se elevaban, vieron como de los restos de Túrin salía un ser antropomorfo, que se arrastraba por el suelo. Lentamente, llegó hasta un palo clavado en el suelo. Le aulló a la luna destrozada. Ése era su castigo por toda la eternidad.

Texto agregado el 19-05-2009, y leído por 118 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
20-05-2009 interesante texto... bastante mitológico... como los cuentos del génesis del mundo para los romanos. Calvita
19-05-2009 dentro de mi* kildrax
19-05-2009 Excelente, me gusto mucho. Creo que dentro di resguardo un Turin pero mas voraz que este mismo. :D. Que buen texto. kildrax
 
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