De la serie
Fantasías domesticas.
DIARIO DE UNA PARED
“sí las paredes hablaran...”. Es la más clara alusión que explicaría mi silencio.
Soy una colección de ladrillos disecada en el tiempo, pintada al capricho de una niña, con colores diversos y palabras hermosas trazadas con lápiz labial. Te vi crecer, vi como tus primeras lagrimas cayeron al piso y como las secaste, antes de que tu padre la s pudiera observar. no tengo oídos que taparme, ni ojos que cerrar, mi destino es ser un testigo mudo, ausente de cualquier conversación.
Vivo aquí en medio de estas tres paredes sin habla. Nos comunicamos por medio de la humedad y de las grietas que vienen con la edad y el esfuerzo.
Aprendí a querer a mi niña, escuchando rock y una que otra balada. Mi niña me hacia bailar en pequeñas vibraciones, me encantaba, tanto que a veces sentía muy en el rincón de mis deseos, ganas de salir corriendo de la felicidad tan grande; aprendí a mirar afuera desde adentro y con las luces apagadas. Todas las tardes de sábado eran una delicia musical y alocada.
Una mañana me encontraba en un sueño muy profundo, soñando con las ventanas que nunca tuve, cuando de pronto sentí que un golpe atravesó una de mis arterias, alguien estaba clavando una puntilla para colgar un Cristo, esa misma tarde cuando mi niña llego del colegio lo quito y lo reemplazo con un par de tenis viejo. Esa tarde escuche, la dichosa frase que remataba todas las discusiones –Contigo no se puede. Hablar contigo es como !hablar con una pared!-. Mi niña se irritaba demasiado, corría a nuestro cuarto y azotaba la puerta. Luego se quedaba largo rato mirando el techo, daba vueltas en la cama abrazando el retrato de don Juan, quien mucho después arruinara nuestras vidas.
Una tarde en la cual solía hacer mi siesta pues la casa estaba en total silencio llego mi niña a su cuarto acompañada de don Juan. Don Juan cerró la puerta puso su mano debajo de su falda de colegiala y ella con un bajonazo de corriente se la quito, le dijo un par de palabras que no entendí, puso música y se sentó indignada en su mesa de barbie ha fumar un cigarro, muy pronto la habitación se inundo de humo. No pude ver mucho pero escuche que el tipo trato de quitarle la ropa, mi niña en su defensa lanzo una cachetada, el en respuesta lanzo una mucho más fuerte, la dejo indefensa sobre la cama, la tomo como gallo en gallinero y salió de la habitación con los pantalones en las rodillas y la hombría puesta.
Después paso lo inevitable, Mi niña quedo embarazada, en casa no le quisieron creer que no había sido su culpa, por lo que ella se indigno, esa misma noche partió en silencio mientras todos dormían. Jamás la volví a ver, luego de eso el cuarto se lleno de cajas , de ropa vieja y de objetos inútiles, jamás volví a bailar, siento que si vibro un poco podría desintegrarme, no puedo contar mis grietas y la humedad ataca mis pies.
Extraño mi niña y sus colores.
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