El letargo de tu cuerpo,
en procesión quieta,
sobre un escudo de plata.
Tu rostro hacia las bóvedas prohibidas,
tu rostro sin aliento, frío…
y el murmullo inquietante del silencio profanado,
te llevan sobre un escudo de plata,
formas taciturnas portadoras del emblema de la existencia,
y tu perfil corpóreo recostado…
sin voluntad hacia el pórtico final.
El cristal en tus dedos,
apoyados en relieves sin forma,
tus pies descalzos,
la mortaja de seda y lino… tu sonrisa petrificada.
La procesión hacia el mausoleo,
en la humedad del territorio sagrado,
entonando palabras místicas,
ahogando el dolor en tu escudo de plata.
Te veo de lejos, escurrido, sin aviso de encontrarte así,
fugado y pensando en tu vida,
en nuestra seña precisa,
la que esta inmóvil…
sin tu gesto conjugado,
… te veo atrapada en tu piel muda.
Te alejan de mi… del no invitado.
La procesión hacia el lago subterráneo.
Y tu escudo de plata, tu… te pierdes en las arcadias.
llego al oficio de tu partida…
y la procesión sosteniendo lo inexorable,
tu escudo de plata se va,
y un lago se traga las respuestas.
… acabo, ya se donde estas.
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