Ayer fue un día difícil, porque te fuiste, Mario, como se va cualquiera.
Te fuiste en una tarde gris de otoño, mientras el cielo lloraba y todos a tu alrededor también lo hacían. Moriste, afortunadamente, en el "desexilio", en tu Montevideo amado, en tu casa del centro, junto a tu familia y dentro de la cama.
Marchaste como lo hace un ser humano mortal, que va dando señales de despedida... hasta que al fin sucede.

Y te vas de una vez y para siempre,
y nos dejas la boca llena de versos,
y los ojos colmados de lágrimas,
y las bibliotecas llenas de tu cara de hombre noble
y tu sonrisa de hombre bueno
y tu simpleza para explicar las cosas difíciles
y tu valentía para describir la tortura
y la nostalgia melancolía y tristeza - lo extraño del abandono del exilio de la falta
y el tiempo presente perpetuándote.


En Primavera con una esquina rota narraste maravillosamente cómo el bastón del viejo extrañaba acompañarlo por las calles de su ciudad y en muchísimos de tus poemas se ve reflejada la nostalgia del exilio... Yo creo que ahora se está produciendo un exilio a la inversa.

Montevideo siente nostalgia por vos,
Argentina llora y olvida el maltrato proporcionado olvida los regalitos y por sobre todo olvida que aquí no solamente se amenazaba.
Perú se arrepiente de haberte echado,
Cuba recuerda tu sonrisa relee tu Habanera “...Y hay mulatas en todos los puntos cardinales”
España te siente desde adentro te vela como una viuda.


Los andamios no van a quitarse. Si algo me enseñaste es que necesitamos una reconstrucción constante.

Te despido con un inmenso dolor,
sinceramente.

Denise.