Se esfuma la esperanza,
y el amor también,
el tiempo nos gasto,
como la ola golpea las rocas,
hasta redondear las filudas puntas.
No deberíamos hacernos daño,
no hay puntas que nos hieran,
solo palabras mudas,
sin significado.
Las miradas se bajan,
al cruzar el mismo sentido,
ya no hay ganas,
ya no hay tacto,
la sombría y rutinante melancolía,
no saca lagrimas.
Llegamos a este punto,
solo la compañía,
y solo un poco, para bastarnos,
el fuego se extinguió,
y cuesta aceptarlo.
Los días y los años,
de rutinante pasar,
los momentos estresantes,
nos cobraron la factura,
con los hijos ya grandes.
Parece inevitable el desenlace,
pero la agonía es interminable,
cuántas gotas más,
para llenar este vaso,
sino quedan lágrimas para llenarlo.
La intención de abandonarlo todo,
se congela al verme solo,
y siento que a ti, es lo mismo,
tú seca sin brillo,
yo opaco y sin brío.
Solo nos olemos al caminar,
nos cruzamos silentes,
hablamos con gestos
han pasado tantos años
que nos conocemos,
solo basta respirarnos
y seguir en silencio,
el cansado paso no deja intimidad,
me traspasas;
nuestras viejas figuras
que proyectan estas sombras,
solo esperan el momento...
El macabro juego,
de quien partirá primero,
nos mantiene vivos aun
sabemos que uno partirá.
No escucharemos el responso,
estoy sordo ya,
no veré a mis amigos
estoy ciego ya,
que importa en estos momentos,
sino recuerdo ya...
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