Muchos, miles, cientos de almas,
reclamando sus moribundos derechos,
todos encolerizados lanzando,
ira a su paso,
destruyendo todo lo minimamente decente.
Amparándose en las sombras,
vomitando improperios y demases;
todos amontonados,
como una gran manada de bestiales seres.
esperan el momento para correr por los caminos,
y recovecos del infierno...
Pero no caminan,
son transportados por bloque,
hacia distintos lugares...
se aglutinan en masas y algunos revientan,
con más ira y odiosidad.
No hay tempo,
las tribulaciones se viven aun con más fuerza,
ya no queda arena en el reloj,
los granos cayeron todos,
y no existe quien lo voltee.
Comienzan a devorarse,
unos a otros, bajo un cielo rojo-azulino,
las sombras del averno lo cubren todo.
las grandes murallas han absorbido,
todo el aceite de aquellos cuerpos,
putrefactos e insignificantes.
Cuesta creer,
somos nosotros, no tenemos conciencia al vernos ahí,
no hay nadie para amar,
estamos a medio tiempo,
el hilo de la marioneta, se corto para siempre.
Se perdió el rumbo
nos reina el caos y el odio es el alimento,
las fecas son el mal,
que impregnan con ese hedor,
las paredes infernales,
del espíritu de aquellos,
que amontonados ;
reclaman por un infierno mejor...
caminan errantes entre sus sueños,
atajando recuerdos,
atrapando una pasión delirante,
flotan en sus pensamientos,
para caer otra vez aturdidos,
a los brazos de la embriagadora noche infernal.
para fundirse entre sus sombras.
Son las victimas,
de sus propios actos y los fracasos golpean sus retorcidas mentes,
sintiéndose miserables,
sintiéndose nada.
Pero estas victimas,
que siendo pobres almas,
se robustecen con el dolor,
y se retuercen de gozo,
al saber que habrá vida eterna...
después de este infierno,
decadente y hostil.
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