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Cada mañana y con una taza de café con leche en la mano, miraba por la ventana la salida de el sol. Cuando éste asomaba, abría un ojo para que un rayo lo nutriera hasta lo más íntimo de su pupila. Mientras tanto, en el otro ojo, seguía siempre la misma rutina de todos los días. No siempre el sol nos ilumina, de vez en cuando despertamos a medio amanecer o a media obscuridad, él lo tenía presente, por eso elegió el blanco en su camisa y el negro para pantalón, nunca tonos medios, nunca gris. Dejó la taza sobre el velador verde trémulo, y a medias salió a la calle, sintiéndose esta vez una pieza de ajedrez. |
Texto agregado el 16-05-2009, y leído por 237
visitantes. (2 votos)
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Lectores Opinan |
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03-09-2009 |
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Muy original ese final de ajedrez
Alejandra Correas |
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22-07-2009 |
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o un mesero! :P -St_Clipper |
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16-05-2009 |
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Muy ingenioso ese punto de vista , me encantó . todo a medias =D mis cariños dulce-quimera |
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