Nací en las arenas desiertas de un asentamiento ranquel masacrado y me fui creciendo sin ningún tipo de cultura religiosa occidental, ni influencia cosmogónica aborigen. Por lo que en algun momento tome conciencia de estar vacío o libre de todo lazo que me uniera conciente o inconcientemente a iglesia alguna o clásicas representaciones de deidades antiguas o medernas.
Fue así como me encontré un día sin buscarlo y por gracia del destino, con el señor de taparrabos que anda en patas por el mundo sacando de su viejo saco migajas de ternura para los olvidados del camino.
Años mas tarde cuando vi por televisión, como la mayoría en el mundo, los misiles volando los cielos de Irak, llevando la muerte en color verde, disfrazada de tecnología y en nombre de la libertad y la justicia pensé en el, lo supe limpiando el polvo y la sangre de los rostros horrorizados de los niños y niñas acribillados o descuartizados por las bombas, como hiciera con mis ranqueles viejos, gritandonos en el caos de la batalla, que a pesar de todo, no estamos solos...