Nuinca vi su cara,
nunca vi su rostro,
sólo vi que sus ojos
decían "Nosotros"
Nunca pude entender
su falta de piedad
y su mirada inocente,
lo único que sé es que siempre
fue considerado un demente.
Demente será la sociedad, más bien,
por no entender qué es lo que piden
sus dulces ojos color de miel.
Demente es la sociedad
por no mirar en mis ojos
que todos mis antojos
no se dan sólo al azar.
Y si sigo escribiendo esto
aún a la luz de la Luna,
es porque en realidad
no me interesa parar.
Si sigo diciendo para mis adentros,
que quiero algo pero nunca lo consigo,
pues debe ser
porque lo quiero de verdad.
Pero todo queda tan lejos en ese plano ficticio,
todo es tan irreal...
y el miedo se consume todos mis deseos...
quizás porque cuando hago algo
quiero volver hacia atrás,
quizás porque el "No"
me hace temblar,
es más fuerte que el "Sí" y me echa hacia atrás.
Y a veces no entiendo
cuál es la lección de día,
me confundo entonces y me lleno de melancolía
¿Hablar?
¿Callar?
¿Cuál será la solución?
¿Cuál será la respuesta?
¿Moriré de verguenza
o tendré más suerte
en la próxima tentativa?
¿Brillará el Sol por siempre?
¿Veré algún día
el radiante Sol naciente?
Mis ojos se cierran,
el despertador suena,
y se enciende junto con la luz,
el mismo dilema sin igual.
¿Levantarse?
¿Seguir durmiendo?
Carezco de fuerza de voluntad...
Y mis ojos se cierran
como se cierran las puertas de casa...
Y nunca recuerdo esa última palabra
de cada frase que digo,
esa última palabra
que dentro de mi mente queda olvidada…