Ella
Una mañana de setiembre a las 10 y 11 am
Vi las sedas de cabellos largos descubriendo
La estrella de sus ojos y el adornito de porcelana
Donde ellos descansaban.
Sus labios esmeralda interrogaban por el tiempo
Mientras detenido en él, era el descreído por fijarse en mía existencia.
Y sin saberlo, lo trascurrido, lo que en ella era movimiento,
Para mí se transformaba en limbo estático de ternura.
¿Cómo el alma puede ser cautiva de sí misma?
¿Su dulce voz fueron mi carcelera
Al conocer viviente belleza?
Aún se mantiene vigía
Porque la cercanía de la remembranza
Hacen de los intentos de huída, vanos esfuerzos.
Tenía un dulce andar de delicado existir
Siguiendo baldosas amarillas para su caminar de niña,
Preguntándome si quebraba el viento,
Porque apenas iba sobre flores amarillas perlas
Y paseaba por la vida como nube de algodón.
La hondura de su recuerdo vibra
En el alma con instrumento que toca una
Pieza de Liszt, abandonándose en su melodía silenciosa
Bajo la compañía de ojos intensos, de boca de pequeños
Dientes y de manos que cobijan pétalos de flor.
Tantos años, tantos firmamentos
Esperando tembloroso su llegar, observando entre gente desconocida
Alguna fábula de oro que narre el capítulo
Donde la princesa vestida de seda
Reclame la extraviada pañoleta.
Sólo irrumpía la realidad
Con historias mal contadas
Consolando la visión alucinada
Que rescata a cualquier mortal de ríos salvajes y profundos.
He degustado los días desmenuzando segundos
Intentando cuál científico iluso, reconstruir los
Minutos del primer encuentro.
Hallando sólo tristes viajes de retorno al encontrar al vuelo
Que las horas pesan y los mensajes juventud
Ya no caben en madura conciencia.
Desde hoy, las primaveras han extraviado su colorida natura
La imagen del ayer, retrato estático al que ya no
Le reclamo dinámica.
Pero siempre serás nimbo paseante en el cielo,
Un hermoso capullo de rosa, una estival mariposa
Un riachuelo de esmeraldas, el esbelto ángel protector,
Mi deseada especulación de eterna brevedad.
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