LONG BEACH, CALIFORNIA

En “La Vie de France”, dudoso restaurant Francés, hay un chef Italiano, al que los cocineros mexicanos con los que trabaja han apodado, “El Chingorini”.
El Chingorini es una pila inacabable, se mueve en la cocina con rapidez y eficiencia, tiene una cuchara de mango largo de madera, que se ciñe al costado cual si fuera una espada, cuando no está usándola.
Aunque esa cuchara esta raramente quieta, generalmente esta aporreando las ollas con estrepito, o aporreando a su ayudante, un indiecito de Oaxaca, México, laborioso como una hormiga, que trata de descifrar las instrucciones en pésimo español del temperamental chef, todo esto entre gritos y maldiciones.
Definitivamente el Chingorini es un tipo vital, habla siempre a voz en cuello, gasta bromas que casi nadie entiende y también protesta y se queja de todo, a veces habla a solas consigo mismo y murmura juramentos en italiano.
Hay en la ‘Vie de France”, una muchacha Franco-Africana, se llama Fatou, es alta, de cabellos cortos y sonrisa franca y amable, es una mesera eficiente y cordial, aunque un tanto paranoica, una de esas personas que viven del detalle y su seguimiento escrupuloso, en su camisa blanca reluciente, y sus zapatos prolijamente lustrados, una mancha de kétchup la hubieran llevado al suicidio.
El Chingorini la miraba de reojo cuando entraba a la cocina, brazos cruzados sobre el pecho y un mandil inmundo de salsa marinara ,aceite de oliva y tizne de los sartenes.
Fatou tenia fobia a los banos sucios, solo podía defecar en un inodoro sacrosanto y blanco, me ofrecia dinero para limpiar un bano que ya estaba limpio, con lejía, pi no y amoniaco, después pasaba revista y encontaba defectos imperceptibles a cualquiera, y entonces yo volvia a restregar, y solo después de eso ella ocupaba el bano.
El Chingorini siempre estaba gritando, su voz escandalosa se oia afuera donde los clientes cenaban, por encima de incluso de la música de fondo. Una vez un señor medio elegante o con ínfulas de serlo, envio a Fatou a callar a ese escandaloso.
Y entonces ardio Troya en la “Vie de france”. Fatou, por lo general pulcra y discreta, tuvo que apelar a un vozarrón de profundo timbre africano, junto a maldiciones en Ingles,Frances y un idioma Africano de nunca supe que etnia. El Chingorini no podía ser callado,- Como? Porca Miseria!- gritos desaforados, maldiciones en italiano, español y pésimo ingles, ese dia aporreo tanto que su larga cuchara termino toda mellada.
Dias después el Chingorini me lleva a un costado y me dice secretivo en su mal castellano: “- Esa muchacha no puede servir mesas, no puede estar con los clientes-“
-Porque?- le pregunto curioso.
-Porque es negra?, es NEGRA!...A los clientes lesda asco que les sirvan un plato, que ten un plato con las manos negras!. Si me sirve a mi,yo no comeria! Esas manos negras de mono no pueden tocar micomida, deberían ponerla a trabajar adentro, donde nadie puediera verla, quien quiere ver a un negro cunado esta comiendo?
Yo estoy atonito, quiero llamarlo racista pero me quedo callado, pensando toda la tarde. Cuando es hora de cerrar el restaurante,viene la mujer del Chingorini a recogerle, es una mujer mestiza mexicana, tienen una nina preciosa, de ojos azules y fieros como el padre, y piel morena y pelo negro como la madre, El Chingorini es un padre y marido afectuoso, las abraza a las dos y se va despidiéndose.
Porca miseria!...