Mañana Gris.


Estoy aquí, subrepticio detrás del ventanal del "Café de la Ciudad", resguardándome de
la fría lluvia, frente a mí esta él, erecto como cada día, pomposamente albo.
No lo se... tal vez un ofuscamiento de la razón, pero en esta gris mañana el obelisco
parece estar en puntas de pie, como pretendiendo hincar su aguda punta en las nubes
buscando al sol, presidiario de la tempestad, como todos y cada uno de los que recorren
las humedecidas y refalosas veredas.
Como cualquiera que brincando los barrizales en unas tantas la pifia y al demonio con
toda su humanidad va al piso.
Una mañana de lluvia en Buenos Aires, tiene el aroma de la nostalgia. Perfume de los
recuerdos húmedo y a la vez embriagador.
El café, sabor amargo de un tiempo que inevitablemente se evapora como las gotas de
agua sobre el vidrio, y una dorada medialuna endulza cual almíbar de amor, mi paladar
ávido de sabores y se esfuma para siempre con el ultimo trago frió y acido del jugo de
naranjas que me vuelve a la realidad.
Con un "Fíame gallego... que no tengo sencillo", comienzo a caminar, el laburo espera
y este húmedo amanecer que ya es una nueva mañana gris.

Crónicas de café y servilletas entintadas.
28/12/2007.
(c)Ikarus.