El fin de la guerra había llegado, los pocos guerreros celebraban emocionados y eufóricos el regreso a sus aldeas. Emprendíamos el viaje entre las colinas, sabíamos que era un camino largo y frío.
Coloque mi escudo sobre mi espalda enfunde mi espada junto con mi armadura sobre mi fiel caballo al cual acompañaba mis paso. El torpe paso se notaba por el cansancio de las luchas y el hambre, hombres maltrechos y heridos hablaban de sus familias el buen vino sus costumbres y lo que avían aprendido en lo largo de su ausencia, cuando encontramos una criatura envueltas en harapos señalando asía el sur nos detuvimos para auxiliar a la niña, el mas veteranos de nuestros soldados examino por bario minutos a la moribunda y noto que le faltaba la lengua sus gritos aterradores espantaban a los caballos desorganizando la caravana.
Quien podría tener tal crueldad contra los indefensos solo son campesinos, dijo el general, mientras tomaba a la niña y la posaba sobre sus hombros. Miro a sus soldados y dijo aquel que quiera acompañarme, será bienvenido los demás podrán seguir su camino la guerra a terminado y ustedes tienen el derecho de elegir, han sido y serán el mejor ejercito que e tenido y como su general respetare su decisión.
Un murmullo rompió el silencio luego todas las cabezas miraron asía el suelo, mi señor quiero tener el honor de acompañarlo solo nos desviaremos por unas cuantas horas podremos alcanzar a nuestra gente al amanecer.
El general agradeció con un gesto y tomamos el camino asía el sur.
Después de un largo andar el general me pregunta, acaso no hay nadie que te espere, después de estos seis años de lucha
-si que lo hay mi señor mi joven esposa y mi hija que nació en mi ausencia deberá cumplir sus seis años dentro de dos días
Es mi mayor deseo poder estar con ellas
-entonces porque tomaste la decisión de acompañarme.
-mi señor e venido ocultando una verdad, una gran carga y hoy es el día en que puedo liberarme.
-vaya todo hombre tiene un pasado que oculta, cuéntame soldado.
-señor usted es mi padre.
-como puedes ser mi hijo podría azotarte por tal blasfemia, mi esposa murió al dar a luz un niño al cual se llevo con ella
- lo se señor el enterrador me salvo, mi madre no solo tubo un niño fuimos dos, mi hermano murió estrangulado por el cordón umbilical.
- y como como pudo pasar, porque no me lo informaron, y el enterrador porque el
-señor el escucho mi llanto estas personas son rechazadas por su trabajo se asusto quien le podría creer, solo me tomo y medio un hogar una vida.
-y por que crees que puedo ser tu padre, es una buena historia podría contarla cualquiera
-si mi señor, pero lo e visto visitar la tumba de mi madre asta dos veces por días.
-y por que no me lo dijo
-señor nadie se acerca a un general sin su permiso.
El rostro de aquel hombre empezó a cambiarlas huellas del tiempo desaparecieron y una lagrima descendió de sus ojos marrones.
-perdóname hijo yo yo no lo savia cuando esto termine nos debemos muchas charlas y quiero conocer a tu esposa y mi nieta tenemos tanto que hablar.
Entramos a un pueblo en ruinas, desmonte mi caballo y avanzando sobre los escombros me detuve, de pronto un silbido se escucho golpeando secamente sobre mi pecho una flecha ya se asía, caí sobre las piedras de rodillas la tibia sangre empapaba mi tunica la respiración de mi caballo se escuchaba cada ves mas fuerte de pronto un niño con un arco y una mujer salían desde los árboles, el general soltó a la niña que corrió junto a ellos y me tomo en sus brazos, sus gritos y sus llanto ya no se escuchaban se izo el silencio, todo se oscureció, de pronto una suave mano tomo mis dedos, abrí los ojos y vi a mi madre tan hermosa tan dulce y entre sus brazos un niño el era mi hermano
.