Cuando un hombre y una mujer se encuentran sucede lo inesperado.
Puede suceder por ejemplo que se vean por primera vez, entonces el mundo desaparece alrededor, no importan las miradas de los demás, son uno y otro, frente a frente, sin posibilidades de escapar.
Puede ser que el encuentro los sorprenda, las miradas se esquiven y sean ellos los que quieran desaparecer con su pasado a cuestas vuelto un presente hecho trizas.
Puede ser, también, que se acuerde un encuentro, que se pretenda estar a la altura de las circunstancias, si es que alguien sabe cuánto mide una, y se sostengan las miradas por segundos puesto que de lo contrario se consumirían los cuerpos y se verían atrapados otra vez.
Puede ser, ¿por qué no? que el encuentro sea inevitable, que el destino haya torcido los caminos para cruzar las líneas de sus vidas, que los planetas se hayan alineado, que sea la magia… y entonces ¿quién podría juzgarlos?
Puede suceder, hoy sucedió, sucede todo el tiempo, que un hombre y una mujer se encuentren en cualquier parte y entre saludos de rigor y conversaciones intrascendentes tejan un universo íntimo de silencios…
Cuando un hombre y una mujer se encuentran es inevitable que algo suceda, por obvio, simple, natural o extraordinario que sea.
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