... no pude decir palabras, el milagro estaba frente a mí... ¿de dónde naces?, le pregunté al milagro. éste, con forma luminosa y mas pequeña que una estrella perdida me dijo algo que nunca olvidaría; nasco y muero como una constante mutación. las gracias de la vida son amadas por todo el universo... soy el milagro y lo celebro siempre que encuentro a dioses perdidos... suspiré en medio de tanta ánimas, estaba dentro de un campo santo, echado junto a descando eterno de mi madre, padre y hermanos. quedaba el último de todos, yo... contaba con no mas de treinta años y tenía a la soledad de mi lado, lo necesario para ser un buen dios... te dejo, le dije al milagro y este me dijo que era imposible mientras siguiera escribiendo, viviendo que era lo mismo, pues, el hecho de existir y sentirlo es ya una creación, un artista del instante... tomé un poco de tierra y salí del campo santo, lleno de recuerdos, lleno de aromas aun latiendo en mis carnes... seguí caminando hasta llegar a una esquina en donde un hombre vestido de blanco y de barbas y cabellos blancos me esperaba... me le acerqué y le dije buenas noches. este abrió las manos y de ellas brotaron milagros vestidos de letras y todas ellas penetraron mi alma blanca como el papel... hermoso viaje, hermoso milagro, me dije... |