La manzana llena de gusanos miraba a Jaime.
En la mesa, sólo se veía el plato con un plátano y con áquella mísera manzana.
El plátano miraba de reojo los movimientos de los moradores de ésta última.
Jaime miraba también, no quería deshacerse de la misma, porque había vida en ésta.
Una vida que no era como la nuestra, sin embargo era vida a pesar de todo.
El plátano sonrió a Jaime cuando lo tomó éste entre su mano.
Había madurado lo suficiente para que pudiera ser abierto y preparado junto a un huevo frito con tomate y arroz, al estilo de Cuba.
Jaime tenía todo preparado, peló el plátano y lo miró fijamente, cómo si le estuviera pidiendo consentimiento para poder sacrificarlo y darle alimento.
El plátano, pareció asentir y Jaime comenzó a trozearlo como si de un ritual se tratara para poder freirlo.
Lo echó a la sartén y después de un rato, tenía todo preparado para comenzar a degustar aquél arroz a la cubana que olía a gloria.
Los gusanos de la manzana, miraban asustados cómo Jaime había trozeado y frito a áquel que hacía algunos minutos tenían a su lado.
Se preguntaban que les haría a ellos. ¿ Se los comería en algún suculento revoltijo que aún no habían visto sus diminutos ojillos ?.
Jaime lavó la sartén, el plato, los cubiertos y se sentó en una silla que bordeaba la mesa, a contemplar la vida de áquellos diminutos que se resbalaban por la carne de la manzana.
Se le ocurrían miles de ideas que podría hacer con los mismos, la que más le atraía, era la de dejar la manzana en un lugar con tierra, dónde los gusanos pudieran bajar de ésta y tál vez, crear una sociedad que se ubicara entre la misma.
Sin dudarlo más, cogío el plato con la manzana y la llevó a un pequeño habitáculo con arena.
Los gusanos miraban intrigados y con miedo los movimientos de Jaime.
Cogiendo dos guantes de látex, tomó la manzana entre sus manos y la depositó en la tierra.
Los gusanos miraron interrogados el nuevo lugar.
No era el cubo de la basura ni tampoco estaba caliente cómo una sartén, entónces ¿ qué pretendía hacer aquél humano con ellos ?.
Jaime les sonreía, algunos comenzaron a bajar de la manzana y a tratar de adentrarse entre la tierra, querían probar el nuevo lugar ...
Viendo que nada ocurría allí, los demás bajaron también y la manzana quedó sin uno sólo de sus inquilinos.
Parecía que les gustaba aquella tierra, aquél nuevo lugar dónde Jaime les había depositado, dándoles una nueva modalidad de vida.
Jaime miró a la manzana y la dijo: 'Tú serás el alimento de ellos y de los próximos que nazcan de tí, tendrán una vida hermosa entre esta arena, Yó traeré provisiones cada día para ellos y siempre vivirán en libertad en este lugar'.
Y así pasó el tiempo y aquél trozo de tierra vió la mayor comunidad de gusanos de la historia, todos vivían felices y miraban a Jaime cómo su protector, cómo su amigo, cómo uno más de ellos ...
'La muerte germina vida, la vida esperanza, aquél que la mantiene, feliz se siente, siendo capaz de amar incluso a áquellos que parece que no valen nada ...'.
Escrito por Carlos Them
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