La maison en petit cubes
Sí, solo de recuerdos vive el hombre
La esencia del pasado
nos realza el presente.
El ser humano puede ser despojado de cuanto le rodea o trae encima y solo le quedará aquello que sostiene el núcleo de su esencia, lo que le permite ser; sus recuerdos.
La maison en petit cubes (ganador del Oscar por mejor corto animado), narra la historia de la humanidad. De una forma sutil, nos es mostrado un destino sumamente benévolo, a lo más que llegará el calentamiento global es a obligarnos a construir nuestras casas en forma de edificio (Mexicali, claro, desaparecerá). Desde el principio de todos los tiempos estamos condenados a la soledad, en un mundo lleno de gente, estamos solos y este destino parece potenciarse con el paso de las tragedias humanas.
Un anciano sin nombre, se ve en la necesidad de construir un piso más a su ya crecido edificio. Las aguas del mar han subido inundando su construcción más reciente, acostumbrado a reiniciar siempre que esto pasa, se da a la tarea de construir un nuevo piso sobre su antigua morada. Un pequeño accidente le da la oportunidad de regresar sobre sus pasos y volver a vivir.
El corto cinematográfico es el equivalente al cuento en la literatura, tiene la encomienda de mostrar un pequeño mundo en una corta extensión de tiempo; no hay límites que impidan construirlo y su éxito dependerá, al igual que el cuento, de su intensidad. Sin que le haga falta la duración de una película, un buen corto está lleno de significado, no hay oportunidad de divagaciones, es un clímax constante; en el caso de La maison en petit cubes mantiene constante el nivel de interés, maneja todo el tiempo los elementos circunstanciales que tocan aquellas emociones que evocan la nostalgia del espectador; fotografías, vino, soledad, etc.
La elaboración de este corto tiene una gran peculiaridad; los dibujos, como pocas veces últimamente, implican una manufactura a mano, como en los buenos tiempos, sin dejar claro de apoyarse en la tecnología digital de segunda dimensión para lograr el efecto de las antiguas animaciones, un arte para atesorar que no le pide nada a los que se contaban como favoritos para llevarse el Oscar.
La maison en petit cubes propone adentrarnos en los cajones que poco a poco hemos intentado cerrar y dejar atrás, no es un tema que vaya a vender o que imponga moda. Todo lo contrario, plantea la incomoda tarea de buscar lo que realmente somos y no lo que pretendemos ser; devela la molesta necesidad de reconocer lo que nos ha formado.
Después de descender y llegar a lo que antes fuera una bella pradera, ver pasar la vida en flash back sin alguien que espere arriba, bien se podría no regresar y descansar de la vida ¿Son las raíces lo que nos mantiene vivos aún cuando estamos literalmente solos? ¿Qué más da quedarnos en el fondo de los recuerdos cuando no hay nada por lo cual regresar? Pues nuestro anciano protagonista demuestra en doce minutos tener más fe que yo, regresando a la superficie a esperar el momento en que llegue la hora de reunirse con aquellos que ayudaron a llenar su pared con recuerdos y vida ¡qué valor! No es poca cosa, cuando descubres que todo lo que eres es la suma de personas y momentos que ahora son solo recuerdos, que más da volver a llenar la copa, quien quita y…
La maison en petit cubes (La casa de los cubos pequeños)
Japón, 2008.
Director: Kunio Kato |