La ventanita con barrotes y sin vidrio
la penumbra, la humedad, cemento frío
pensé tu nombre en la pared color olvido
y el calor de tu nombre me dió alivio

Esa noche jugué con el silbido
y el eco de los hierros solitarios,
frotándome los dedos ateridos
y el intocable moretón del bastonazo

Me dormité acurrucado sobre el miedo,
mientras la soledad hacía el amor con el silencio,
afuera la helada hacía estragos en las sombras
y aquí adentro hacía estragos mi destino

Y volví a tus ojos y tus pechos,
y supe así que aún estaba vivo,
y agradecí a Dios por tu sonrisa
que no me abandonó en este olvido.-