ZAPATOS AL POR MAYOR
-¿Si, digamé?
-Buenos días. He visto su anuncio. “Vendo zapatos de bebé,
sin usar”. ¿Es correcto?
-Si, lo es. ¿Estaría usted interesada?
-Bueno, todo depende del precio. ¿Están en buen estado?
-Si, lo están. Ya le he dicho que son nuevos. No han sido
utilizados ni una sola vez.
-Y… dígame, si no es mucha molestia. ¿De qué color
son?
-Pues verá. Vendo tres pares y son de distintos colores. Rojos,
verdes y negros. Todos de última moda. Y le aseguro que el precio es
estupendo.
-Me parece interesante. Es que, tal y como están las cosas,
cualquier ahorro viene bien. Incluso en lo más nimio.
-A mi me lo va usted a decir. ¿Sabe a cómo está el
azúcar?
-Ya le digo. Carísima. Como todo. Pero no la he llamado para hablar
de microeconomía. Yo lo que quería era comprar unos zapatos
de bebé.
-Si, si, no se preocupe. Ya le dije que tengo tres pares sin usar.
¿Cuántos querría usted comprar?
-Los tres pares. ¿Está usted segura de que no tiene
más? Mi pequeño nacerá dentro de dos semanas y
todavía no le tengo toda la ropita comprada. Para otras cosas es
más fácil. Pero… ¡el tema de los zapatos es horrible!
-Pues no, no tengo más. Pero si quiere puedo enterarme. Tengo
algunas amigas que también tenían zapatos de bebé sin
usar. Pero, al final creo que ya losvendieron. Puedo preguntarles.
-Se lo agradecería muchísimo. Lo de los zapatos para
mí siempre fue un problema.
-Pero… dígame, ¿Cuántos pares necesita?
-Unos cincuenta.
-Claro, debí suponerlo. ¡Qué pregunta tan tonta!
-Y puestos a preguntar. Si no es demasiada molestia. ¿Porqué
vende usted los zapatos?
-¡Ay! No quisiera ni recordarlo. Fue hace dos días. Mi
bebé recién nacido. Salí de casa un ratito y le
dejé solo. Cuando llegué, olía raro y tuve que
ventilar pero llegué demasiado tarde y el pequeño ya
había muerto. De no haber salido yo, también estaría
muerta a estas horas.
-Es que no somos nada. Pero al final ya se sabe. Una termina por
acostumbrarse a todo. Hasta a la guerra química.
-Aunque no se lo crea a mi ya me ha pasado más veces. Y al final,
siempre se recupera una. Pero, ¡deje, deje! ¡Ya está
bien de hablar de cosas tristes! Los zapatos, para eso me llamaba.
¿Cuándo quiere usted venir a verlos?
-Si le parece esta tarde…
-Estaré en casa. Preguntaré a mis amigas… Con un poco de
suerte igual le localizado los cincuenta pares.
-¡Le estaría tan agradecida! Entonces… Esta tarde nos vemos.
Antes de que oscurezca. Adiós doña Mosca. Cuídese
usted del DDT.
Adiós señora Ciempiés. Lo mismo le digo.
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