... No había mucho más que decir al respecto... ambos sabíamos qué era lo mejor, aunque no cómo hacerlo. Limosneándonos un beso más... un beso más... y una mirada eterna que no supiese de tiempo, como nosotros, como la mar, que en su vaivén se hace peligrosa... como tus ojos, que me atrapan de una forma inusitada, me suspenden sobre mis huesos y me dejan caer suave sobre tus labios... un sentimiento de culpa te separa, mientras algo metafísico nos une y así quedamos, frente a frente, absorbiendo cada mirada, escuchando cada latido, recordando cada caricia, limosneándonos un beso más... uno más...