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Inicio / Cuenteros Locales / Luis-Stefano-Reies / Sin más remedio que perder su soledad.

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Sin importar siquiera las circunstancias, trato de levantarse de la cama donde había estado postrado desde hace varios años, sentía la muerte en el estomago, se puso sus zapatos de charol que tanto le gustaron en su juventud y que le producían un anhelo de volver hacia esos días, y comenzó a caminar con las piernas desechas por la falta de uso, caminaba arrastrando los pies, como si cada paso fuera un eslabón que descubría la pista de la más grande y definitiva proeza: la muerte. Decidió ir a la banca del parque del centro donde le había gustado ir a leer un poco, la banca estaba justo en el centro del parque donde había unas estatuas de unos “héroes de la patria”, nunca pensó que existiesen héroes, sólo era hombres que estuvieron en el lugar indicado en alguna situación inesperada sin siquiera pensar que serían reconocidos en el futuro, y mucho menos una patria, que sólo se dedicaba a explotar a un pueblo, y acabar con cuanta otra patria se interponga en su camino y al final tratando de firmar acuerdos de paz después de haber exterminado al pueblo de la patria vecina.
Nuevamente sintió la muerte en el estomago, pensó que lo debían estar buscando porque eran sus ultimas horas de vida según el doctor y debía estar con sus seres queridos, que no eran más que nietos, bisnietos, sobrinos, y demás, que había conocido hace un par de semanas en el hospital.
Siguió caminando hacia la soledad, que fue su más fiel compañera, es más su amada incondicional, la cuidaba como a su propia vida, que en unas cuantos horas o días la iba a perder, porque como sabía, ella se iba a quedar en la tierra a hacerse amante de otro desahuciado como él, auque desde el comienzo lo supo, no era el primero, ni ella iba a estar con el hasta la eternidad, o quien sabe, hasta donde lo lleve la muerte.
Sin ningún remedio más que perder la soledad, su soledad, y resignado a estar siempre acompañado por la muerte, regresó al hospital donde en efecto estaban sus seres queridos, preocupados por él y en especial por sus ahorros.
Dejó sus zapatos junto a la cama, se tapó con una manta, y se durmió en espera de perder su soledad.

Texto agregado el 08-05-2009, y leído por 72 visitantes. (0 votos)


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