Mis amigas se ríen; ni siquiera me creen cuando les digo que no era mi primera vez; después de todo ya tengo dieciséis. De aquel chabón no me acuerdo ni la cara; el resto sí…y no es un buen recuerdo. Me sentí engañada. Fue doloroso, casi brutal, como si yo no le importara.
Mis amigas dicen que exagero, que seguramente estaba muerta de miedo y eso no ayudó a que la penetración fuera menos dolorosa. Puede ser…Pero de esa vez no quiero hablar. En realidad, de esta tampoco. O sí. Qué se yo. Podría mentir, pero no me da, aunque se rían.
Casi me arrepiento a último momento. Bah, en realidad me arrepentí, pero no dije nada; me dio vergüenza echarme atrás. Ya estaba ahí. Y ya tengo dieciséis.
Hacía tres días que la cabeza me daba vueltas imaginando ese momento. Pero no me sirvió para nada. Yo sabía que no iba a ser igual que la otra vez, por la edad de él. Más años, más experiencia.
La Colorada me había dicho que ya lo había hecho con él y que era un dulce, que no le había dolido nada a pesar del tamaño. Eso me llamó la atención, pero no pregunté para no pasar por tarada. Yo pensaba que eran todas iguales.
A pesar de lo que me dijo la Colo, estaba un poco nerviosa, no mucho, apenas. Pero cuando la vi…¡era enorme! Dicen que no hay que comparar, pero la comparación fue inevitable e inmediata. El recuerdo del dolor se me hizo carne.
Creo que él notó el miedo en mis ojos. Bueh, tenía que ser un ciego para no darse cuenta. Estaba temblando. Y creo que tartamudeé y como una boluda le dije -¿todo eso me vas a meter? El se sonrió y empezó a hablarme. Tenía razón la Colo, era un dulce. Pero yo estaba aterrorizada. Me dijo que no la mirara más porque era peor; que me diera vuelta, que cerrara los ojos y tratara de relajarme. Yo lo hice. Darme vuelta, digo; porque relajarme, ¡ni ahí!, me puse más tensa todavía. Si hasta con los ojos cerrados la seguía viendo…y me parecía más grande todavía.
De ahí en más, mucho no me acuerdo. No me desmayé, pero casi. No sé si me la metió toda, supongo que sí, porque todavía me duele.
Mamá dice que es normal. Yo le conté todo. Primero se rió, pero terminó engranada; dice que es una vergüenza que con dieciséis años haga tanta historia por una simple inyección.
|