Bonsái 

A - El cultivo del bonsái es una de las practicas más frecuentes entre los habitantes orientales, dicho pueblo es experto en el cultivo de los mismos, pues comulgan con la idea de un alma que transita entre la planta y el cuerpo, elevándolo, integrando así el yin y el yang.
B – mire que son de alma chiquitita los uruguayos, yo estuve el mes pasado y no me di ni cuenta
A – No escúcheme, no me refiero a nuestros vecinos, sino a los orientales que viven del otro lado del mundo, en el continente asiático
B – Si, me enteré de los problemas del éxodo, ¿se dice así no?, pero ahora con el tema de las papeleras, va a haber más trabajo. Ah!! Ya entiendo, el Bonsái es un árbol
A – Es más que eso. Pero se podría decir que es una planta leñosa, pequeña
B – ¿Y el papel sale del árbol?
A – Pero como se le ocurre que una industria ciclópea como la de las papeleras puede funcionar con el mínimo aporte de un bonsái
B – Uno no, millones. No me acaba de decir usted que los uruguayos son expertos en dichos cultivos. Y si el árbol es chiquito mucho mejor, se acomoda en cualquier lado, en el patio del fondo, o en una maceta en la terraza, además el verde es bueno para los pulmones. Imagínese, un país todo verde, y la plata que llega sin trabajar, porque el árbol se las arregla solo, hay que echarle agua nomás. Y usted ahí tirado panza arriba a la sombra de aquel follaje. Que placer.
A – Pero escúcheme, el bonsái es una planta muy pequeña, no supera los veinte centímetros
B – ¿Y qué? Yo soy chiquitito, salí a mi tío Mauricio. Aunque este era más chiquito que yo, mucho más chiquito, mire como seria de chiquito que una vez se quedó a dormir en la casa de mis padres y lo acomodaron en la panera.
A – En la panera, ¿usted me está cargando?
B – No, como pretende. En una de mimbre, con acolchadito. Lo tapamos con una servilleta, pero no hay caso, es muy movedizo y se destapó toda la noche.
A – Y entraba en la panera, no me parece lógico
B – Entraba. Sacamos los miñoncitos y entró. En casa somos muchos, once y dos perros, la panera es grande. Pero no sabe que escándalo a la mañana, la abuela que es media chicata, lo caso de las patas creyendo que era un vigilante y lo sumergió en el té con leche. Diga que no se había puesto los postizos. La case justito cuando iba a buscar el cuchillo.
A – Y su tío.
B – Empapado, casi ahogado, y ofendido hasta los talones. Vio como son los petisos no, polvorita. Se fue, así, lleno de té con leche como estaba. Yo estaba medio dormido y la vieja que no ve nada, pero lo vi partir, se puso el sombrero, agarro el portafolio y se mandó a mudar. No volvimos a saber de él. Pero quiere que le diga algo, me temo lo peor, ayer se me cayó una moneda atrás de la heladera y cuando fui a buscarla sabe lo que encontré.
A – No me diga que encontró a su tío
B – No se lo digo. NO. Encontré el sombrerito de mi tío. Vio, con los perros nunca se sabe, son cachorros. A la vieja le rompen todas las plantas. Y usted quiere que me ponga a cultivar el bonsái. No, no quiero saber nada.