Nuestras miradas se entrelazaron en las quimeras que decoraban esta habitacion, surgia magia entre tu y yo, en la que se creaba un hilo invisible de electricidad que nos transportaba a vidas pasadas en la que eramos amantes, enemigos o que se yo, el corazon entono una sinfonia extraña, la cual no logre desifrar, quise huir, me faltaba el aire, me rastreabas entre tanto humo, tanto ruido, tanto aparataje, como animal en celo, como un depredador hambriento.
Trate de esquivarte naufragando ante la disyuntiva de guardar en una esquina las boronas de razon, me rozaste con tus dedos casi sin hacerlo, produciendo una descarga de electricidad, paralizandome los sentidos, olfateando mi deseo al tocar con tus pupilas dilatadas la delgada vena de mi cuello, al parecer sentiste lo mismo, te delataron tus gestos no pude ser mas conciente de eso, mis pies estaban clavados al suelo, hechizados por tus ojos negros que irrumpian en mi alma, buscando no se que, embriagandome por dentro, desconociendo reacciones de mi cuerpo, senti panico quise correr, me dijiste ¨no me dejes¨ debi reconocer al cazador en tu voz, un desconocido magnetismo me seducia, no hice mas que quedarme prendada a los hilos imaginarios de tu telaraña, memorizando cada respiro ansioso de deseo, creando cuento de hadas, de bosques encantados y princesas rescatadas.
La noche en compañÂa nuestra dio paso al celoso sol, nos faltaban horas para el reencuentro de esos latidos que se presentaban, talvez estabamos un poco locos, un poco ilogicos, pero alargabamos la posible despedida que se apresuraba desde la esquina, como decirnos adios si acababamos de hallarnos cuando mas lo necesitabamos, cuando ya habia tirado a la basura la esperanza de que existieras.
Tus manos se aseguraban en no dejarme marchar, aunque no hice intento alguno de que fuera hacerlo, nos abrazamos tratando de fundirnos en un solo cuerpo, me susurraste una suplica por un beso creo, o fui yo quien suplico, ya no recuerdo, derritiendome al contacto de tus labios, declarndo ser completamente tuya por decreto al temblarme las rodillas, al naufragar en un abrazo, reconociendote, reencontrandonos amantes, contrincantes, enemigos, enamorados o tan solo soñadores. |