Me preguntaste, al hablar por teléfono, qué me pasaba. Al principio no estaba segura, pero ahora te lo puedo decir con plena confianza:
Ayer en la mañana dejé listo el desayuno, bañé el perro y salí de la casa a trabajar; tú no te levantaste hasta el medio día, y cuando lo hiciste, fue sólo porque tú barriga (aquello que no te permite ver tus pies cuando te quieres poner los zapatos) comenzó a reclamar. ¿Explícame cómo un desayuno va a permanecer caliente tanto tiempo? Sé que la tecnología te abruma, pero meter un plato al horno microondas y aplastar “Start” es algo que hasta mi perro, que probablemente está más limpio que tú, lo puede hacer. En esta casa, el dinero sale de mi bolsillo, y lo único que tú haces es convertir oxigeno en dióxido de carbono y gastar: cuando se me ocurre mandarte a hacer las compras, terminas gastando el doble de lo normal… tema aparte es el de aquellas inversiones de tus amigos cuyos frutos resultan venir acompañados de cartas del banco al garante y advertencias sobre no salir del país. ¿Alguna vez me haces la cena? ¿Acaso arreglas la casa mientras no estoy? El ser ama de llaves nunca va a ser una humillación a tu hombría, cariño, estoy segura que cualquier cosa, fuera de rascar tus bolas y ver televisión, está más allá de tus habilidades. No te resientas, es sólo lo que yo pienso basado en quince años de feliz matrimonio en el que las predicciones de mi madre se cumplieron a cabalidad: ya verás, sólo te servirá en la cama. Miento, mi madre no tenía la razón: tus deberes los cumple otro mientras sales a jugar cuarenta. Vendrás con canciones románticas y me pedirás que lo olvidemos todo, que volvamos a tratar, que esta vez será diferente: los que dicen que los hombres son orgullosos, claramente no te conocen a ti. Quién sabe, tal vez me sorprendas y me reclames… dirás que es mi culpa por nunca estar en casa y dejarte abandonado, dirás que te he sido infiel y en nuestra propia cama; yo te diré que, si mal no recuerdo, la cama no es nuestra, es mía, y, en cuanto a lo otro, no te he dejado abandonado, es sólo que prefiero estar rodeada de gente cuyo conocimiento trasciende el fútbol. Lo peor es que sé que, luego de leer todo esto, de seguro te sigues preguntando por qué hay un papel frente a ti que dice “Divorcio”….
No importa si lo firmas o no: tu visita a la tienda me dio tiempo de cambiar la chapa.