*Si yo te digo que la chancha es verde, es porque tengo el pelo en la mano*
No aceptaba reproches, nunca más solo, comprobó que las claves eran falsas, que no había destinos prefijados.
Un viejo amigo, cuando alguien ponía en tela de juicio alguna de sus afirmaciones, solía utilizar para fundamentar la certeza de lo que decía, un dicho que con el tiempo también hice mío.
“Muchachos, si yo les digo que la chancha es verde, es porque tengo los pelos en la mano”. Quién podría dudar ante semejante prueba. Por supuesto, que además de daltónico, que de verdad lo era, jamás había visto un cerdo, salvo que no fuera en forma de costillas preparadas a la riojana.
Caminaba por la vereda del sol, el invierno se despedía con una tarde fría, a pocos días de llegar la primavera. Me sentía invadido por mas dudas que certezas. Lo más conveniente era seguir caminando, acompañando el sentido del tránsito que bajaba por Jose Hernández hacia la Av. De los Incas.
Las aseveraciones suelen perderse por el camino, yo no me sentía en la obligación de dar respuestas. Ahora tenía claro que tener los pelos en la mano, no era una prueba convincente. La chancha de mi amigo sería verde por el simple hecho de que alguien se tomo el trabajo de pintarla. Estaba llegando a la estación de servicio, seria bueno pasar un rato en el maxiquiosco, tomar un café, leer el diario y distraerme un poco mirando la gente y los coches reponiendo combustible.
Las claves eran falsas. Mi propio rostro en el espejo reflejaba las promesas de un azar que había resultado esquivo. El infortunio de no comprender o no ser comprendido, me apresaba a profundas tristezas. Hay aves que tienen alas y no pueden volar, muchas ni siquiera lo intentaron. El viejo se burlaba de mis pensamientos, se manifestaba rebelde. Sufrí lo suficiente por querer acompañarte, te seguí sin preguntar a través de todos los caminos.-¿Llegaste acaso? -No lo se- ¿Que pasa si no sabes buscar, o ni siquiera supiste buscar?. Es posible, pero no acepto reproches. Es verdad, me acompañaste en las tristezas, fuiste partícipe de mis mejores alegrías. Estamos acá. No trates de arrastrarme a un pasado remoto, no hay destinos prefijados. No existen. No hay destino. Solo la esperanza, las ilusiones. Un chiquito lloraba en los brazos de su madre, ella lo acunaba, le cantaba una canción. Nuestra vida se construyó en el devenir del tiempo, hizo que fuésemos quienes somos. No hubo engaños ni promesas incumplidas. Todo lo que vieron mis ojos y fue experiencia en mi corazón y raciocinio, siempre fue compartido. Si hubieses aprendido a volar, seria demasiado tarde para que yo pudiera acompañarte.
Muchas veces me permití soñar, a veces con lo imposible, otras tantas me equivoqué, solo por querer cambiar la realidad que no toleraba. Si creí que podía volar, por lo menos lo intenté y de alguna forma lo logré.
¿Por que no dejarlo ahí?, en lo profundo de nuestra memoria, en la comprensión y el perdón de nuestros recuerdos. En definitiva no tenés libertad para elegir, estas atrapado en mi destino.
¿Acaso ignoras mis pensamientos? .¿Te causan gracia mis pesares?. Solo estoy pidiendo que me acompañes un poco mas, que no te impacientes al entrar en lo más profundo de mi soledad.
Fue un largo viaje, pero estamos cerca de llegar.
Andre, laplume.
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