" De vez en cuando
salpicamos frutas
y lloramos..."
- No, definitivamente, esto no es lo mío.
Temía deslizarme entre las sábanas y quedarme dormida, no podía leer más, no podía desaparecer en ese misterio, debía salir, debía fijarme en si aún replicaba en la calle: el poeta llevaba horas, días, meses tal vez llorando y mirando el cielo, buscando un rastro de misericordia en el cielo.
Salí casi desnuda del envoltorio de sonrisas, salí a dar una vuelta, ahí le vi. Sentado con los ojos pegados al cielo, como si esperase a que un artilugio le sobrevolase y le llevara mas allá de lo que él veía.
No sé aún si me vio, pero seguimos juntos mirando el cielo, a veces creo vislumbrar algo más allá de la verdad, a veces reconozco el vuelo de las aves.
Cada mañana cuando hace frío, ella se acuesta en su cama, viene a acompañarme...
... Ya no recuerdo si llevo horas, días, meses mirando el cielo. Incluso olvide porque miro hacia allí, en un punto fijo, siempre hacia arriba, esperando tal vez que la poesía se pose en mis brazos, y aletargada, me deje llorar con desdén. |