Tus labios fueron míos otra vez,
aquella noche.
Desesperadas, nuestras bocas se encontraron,
al desamparo agresivo de la música y el derroche...

suplicaban nuestros besos, en aquella noche
tibia y convulsionada...
y se juntaron, arrobando un nudo que emergían
como en próvida madriguera,
donde se engullía mi sombra y tu mirada.

Pero fue solo una noche...
y tu boca al día siguiente ya no era mía,
ya no estaba desamparada, por el hálito
de búsqueda que emprendimos y
que con el tiempo cayó en desgracia.

Podré hallarte en distintas noches,
esperando que compartamos
nuestros labios
bajo la complicidad de la luna llena

y mis besos nunca te los esonderé
ni huirán de tí,
aunque sepan que se estan ap`pyando sobre una
boca ajena.