Una tarde mas sin mi querido Pancho me puso en alerta.
Pregunté a los árboles. Pregunté a las hojas secas del otoño. Pregunté a los duendes que se esconden detrás de los arbustos. Pregunté a los sapos de la laguna de mis sueños.Hasta les pregunté a las margaritas del jardín...y… ¿saben amiguitos? ¡Pancho no aparecía!


Aquella noche también le pregunté a la luna si lo había visto pasar, pero no había dejado rastros.
Paso’ un tiempo y mis días eran muy largos pensando en Pancho.
Muy triste me sentía pensando que su patita ya estaba lista y el andaba por ahi, renguito, renguito...
-! Sniff ¡...una lagrimita, después otra y otra mas’.Así una a una formaron un charquito y Pancho no aparecía.
-¡Aaaachisssss!
Me di vuelta para ver desde venia ese estornudo.
-¡Aaaaaaaaaachiiiiissss! Otra vez salte’ asustada.
Un movimiento entre las margaritas me llamo la atención.
Me acerque’ y vi a una viejiiiiita grillita, que con su bastoncito y sus anteojos intentaba dejarme una carta.
-¿Para mi? Asombrada pregunté.
-Siiiii, si, si, si.Mi nietito Panchito te la envía.
¡Que alegría sentí!
Resulto’ que la abuela grilla se había enfermado de gripe.Como Pancho estaba asustado por Geppeto, encontró’ la perfecta excusa para salir del jardín.
Me quede’ muy tranquila al conocer lo que sucedía.
-¡Ay, éste Panchito! Le dije a la abuela.
Inmediatamente le conté que lo esperaba pues tenia para el la patita de madera lista .Entonces la abuelita muy lentamente me guió’.
Caminamos y charlamos hasta llegar.
Cuando lo vi. , salte de alegría y le entregue’ la patita.
La abuela me ayudo’ a justarla.
Después tomamos un rico chocolate con galletitas de miel.
Ni bien terminamos me despedí y Pancho me dio’ un besote.
Desde lejos ambos me saludaban y yo regresaba feliz a casa...
Y colorín y colorado la historia de Pancho ha terminado, patita de madera sentado, junto a su abuela, su violín tocando.