¿Cómo he podido llegar a ésto?

La habitación inundada por la penumbra, se me antoja una minúscula celda. Encerrado en una cárcel sin barrotes ni carcelero, sin alambradas ni cadenas. Pero tan falta de libertad como el más vigilado de los penales.

Los minutos caen inexorablemente sobre la esfera de mi viejo reloj. Y el teléfono no suena. Tampoco creo que lo haga.
Fuera, en la calle, el silencio resulta inquietante. ¿Cuánto tiempo debo llevar sentado junto a la puerta, esperando? No sabría decirlo. Un par de horas. Puede que más.

Intuyo que mi fin se acerca. Me he quedado solo. Los demás yacen muertos en alguna morgue de la ciudad. Milagrosamente yo logré escapar... ¡Escapar...! ¡Qué ironía! Nadie escapa de Ellos. Sólo es cuestión de tiempo que me encuentren.

Pero venderé cara mi vida. Eso seguro.

Hay tantas cosas que nunca podré hacer... Lo que más siento es no haber podido decirle cuánto la quiero. Ha soportado mis muchos días de ira y enfados, y ni tan siquiera tuve una palabra agradable para ella. Con lo poco que me hubiese costado decirle Te Quiero...

¿Cómo he podido llegar a ésto? ¿Cómo fui tan estúpido? ¿Cómo pudo cegarme tanto un puñado de billetes? ¡¡ Dios !!

¿Qué es eso? Mi corazón se acelera. Oigo ruidos en la escalera. Parecen pisadas. Alguien sube y se detiene junto a la puerta. Deben ser ellos. La espera y mi vida han llegado a su fin. ¿Cómo he podido llegar a ésto...?