Era una fiesta como a tantas que había ido, pero ésta vez algo diferente ocurrió. Llegó de pronto, era el niño más lindo y después de hablar un rato con él también era el más guapo.
Al ir llegando más gente, él se fue alejando y ni caso me hacía. Aunque desilusionada me encontraba, no lo podía dejar de ver, sus ojos verdes me atrapaban.
Ya llegando la madrugada él se tuvo que marchar y por poco no me despedía pero hice todo lo posible por hacerlo. Fue un adiós muy frío y distante. Yo me quedaba a dormir pues era la casa de mi amiga, pero en cuanto él se fue la noche ya era pasado para mí. Sólo quería cerrar mis ojos, pensar no haberlo conocido para poder seguir adelante, pero en cuanto los abría me veía ahí sentada a pocos pasos de dónde él estuvo. El sólo pensarlo invadía todo mi ser. Y cuando ya todo lo creía perdido él entró con una mirada segura y, sorprendentemente, fija en mí. Caminó hasta donde yo me encontraba y sólo diciendo que una cosa había olvidado, me besó... Fue un sueño mágico pero al abrir los ojos vi la realidad y no la ilusión con la que lo esperaba pero que nunca llegó.