El demonio esta en casa, murmuraba el viejo, leyendo el diario de ayer. Entre malabares y semaforos, volanteo hasta el bar donde descansaban sus ginebras.
Los vasos eran anecdotas que volvian a llenarse y el contacto del vacio al chocar la mesa tallada, decisión.
Atilio conocia al demonio del diario, a la pareja sosteniendo vinos espumantes y al cafe negro que se demora entre gritos de gol.
Ponia el mantel como ajedrecista que perdio a la reina pero aun espera unas milagrosas tablas y te enrocaba.
Beatriz, la vieja junto a la ventana, busca distincion en las masas secas que sostienen sus uñas esculpidas, no pierde ningun dato sin dejar buena propina.
Facundo espera mas que a su novia y siempre sufre demoras mentoladas mientras mira como Valeria transporta a todos antes de desvestirte y llamar al taxi.
El taxista les habla y lo miran aturdidos, gesticulas respuestas que no pronuncias girando la manija ni buscando aire.
Llegan a la casa de los espejos proyectando una cama, te ordenan golpes y ritmos, los gemidos son en otro idioma. Te ves multiplicar en los espejos tirando de esas trenzas y los gemidos son en otro idioma . Ves colorear tatuajes infinitos y los gemidos son en otro idioma. Te ves proyectado en pornografia donde los gemidos son en otro idioma.
Frotan sus cuerpos irritados y la invadis en subtitulos.