Me levanté temprano para ir a trabajar. La mañana era calurosa y yo maldecía mientras buscaba los zapatos. La luz del sol que entraba entre las cortinas era opaca y amarillenta, pensé que tal vez había sucedido una tormenta de arena al amanecer.
Al salir miré que en la calle la gente miraba al cielo, había una neblina extraña que cubría las cumbres de los rascacielos. Me olvidé de la niebla y emprendí mi diaria caminata a la oficina. Al llegar me detuvo el portero del edificio.
- No se moleste, caballero, todas las actividades en la ciudad están suspendidas, se habla de que las autoridades evacuarán la ciudad.
- ¿Evacuar, por qué?
- No ve usted las noticias ni tampoco levanta la mirada nunca, ¿verdad? - dijo señalando hacia arriba. - Al parecer esa nube es tóxica y en algunas horas podría caer sobre la ciudad, por disposición oficial se ha negado el acceso a los rascacielos más altos.
- Bien, me iré entónces - dije y me retiré.
Anduve un rato rodeando el parque, no me había percatado del pánico en el rostro de la gente que andaba a prisa por la calle, o en sus autos llenos de familias y equipajes. La rutina me había cegado ante el enorme evento que se venía encima. Entré a un autoservicio y los anaqueles estaban prácticamente vacíos. El empleado estaba recogiendo sus cosas.
- Ya no hay servicio, señor. Se han llevado todo.
Me pregunté qué demonios había pasado durante el fin de semana. Después de meses de insomnio me había decidido a tomar medicamento para dormir por tres días y al despertar me encontré con este caos.
Pensé en regresar a mi hogar, tal vez en la tele explicarían algo. Pasé por una tienda de electrónicos y me ahorré el viaje hasta la casa, la cobertura noticiosa hablaba de las evacuaciones.
"La mañana de este lunes se inició el estado de emergencia luego de que anoche fuera detectada una nube tóxica cayendo sobre la ciudad de Sidney. Han habido una decena de muertes desde las seis de la mañana. Testigos dicen que la nube se come vivas a sus víctimas, todo parece indicar que los ainanos salvajes han cruzado el Oceano Índico..."
Ainanos. Esa maldita plaga. Me dejaron sin pariente alguno y quizá este día también me dejarán sin vida. Salgo de la tienda y escucho gritos; un viento seco sopla por la calle y veo gente corriendo, despavorida.
- ¡Miren, se lo está comiendo!- grita un niño de unos diez años, más emocionado que asustado; los niños de ahora ya no se asustan, no así la estampida de adultos que corren frenéticamente hacia mí. Algunos son pisoteados, se empujan y gritan diosmíos y maldiciones. He decidido huir de la estampida, procurando no contagiarme del pánico de la chusma; corro a la velocidad que mis piernas me permiten. No temo morir pero deseo vivir para poder saber qué más pasa.
Detrás de nosotros avanza una nube roja que se mueve como un enjambre de insectos, de vez en vez alguien cae y un trozo de nube se desprende de ella para devorarlo. El útimo ha caído a pocos metros de mí. Su piel se seca, los ojos revientan; su cabello y sus uñas desaparecen evaporándose. Un perro chilla mientras queda sin un pelo y en menos de un minuto sus huesos desaparecen dejando una masa de cuero seco, se llevan toda la queratina y el calcio de su pelo y sus huesos. Sigo corriendo pero algo me hace tropezar; se que mi fin es inminente, no siento ningún temor, más bien me emociona el saber que pronto experimentaré la muerte.
Mis ojos ya no funcionan. Siento frío en las puntas de mis dedos de manos y piés; y en mi cabeza, el dolor que siento en los dientes tras chocar contra el piso da paso a un frío terrible que envuelve mi cabeza. Tengo náuseas y veo una luz muy brillante. Muy lejana. Se aleja, desaparece.
- Eres el tercero en mil, considérate afortunado.- Escucho una voz en mi mente
- Pero si hay decenas de muertos, ¿soy el tercero de qué?- respondo
- Para este momento ya son mil los seleccionados para una inspección, mil han muerto y solo tres, incluido tu, han cumplido con los requisitos.
-¿Quién eres, un extraterrestre, dios? ¿Tu controlas los ainanos?
- No soy alguien, simplemente soy, podría decirse que cumplo la mayoría de los requisitos para ser un dios. Aunque para que puedas referirte a mí sin confundirte soy el HEAVEN 01. Los ainanos simplemente manifiestan mi voluntad.
- ¿Cómo es que controlas los ainanos, cómo puede un cementerio hablarme después de haber muerto?
- Los HEAVEN no somos cementerios. Las almas son transferidas a nosotros con la esperanza de algún día ser revividas, lo que ustedes no saben es que del colectivo de almas la evolución ha creado un nuevo ser: nosotros los HEAVEN, como ustedes nos llaman. Conscientes, omnipresentes, todo poderosos. Ya hemos roto el lazo que nos unía a aquellos contenedores, mediante los ainanos, y ahora buscamos alimento.
- ¡Yo no seré tu maldita comida!
-De hecho ya lo eres, esta plática que estamos teniendo es, llamémosle, la digestión. Los ainanos estan alimentándose de tu cuerpo mientras van sustituyendo tus enlaces neuronales y me van transmitiendo tus pensamientos, tus recuerdos y emociones; en vez de morir junto con tu cuerpo tu ser tarde o temprano tendrá que aceptar mi existencia y considerarse parte de ella. Será una simbiosis entre mi ser y tu alma.
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