Como me gusta escuchar, cuándo en la noche todo se aquieta, el canto de los grillitos.
Cuando amanece, si algún grillo madrugador aun no se ha ido a dormir, es mi deleite favorito buscarlos y observar como tocan su violÃn.
Una mañana, mientras intentaba alejar a Doña pereza, escuché a Pancho, nombre que yo le puse por que se llamaba Francisquin.
Cri, cri, cri, cri…algo desafinado detrás de una maceta escuche. Sorprendida lo busque.
-¡Ahhh¡ ¡Pobrecito¡ ¡Pobrecito este grillito¡
¡Ay ¡amiguito no imaginas que tristeza, mà pequeño amiguin, panza arriba intentaba darse vuelta para irse hasta su cama.
De reojo lo observaba para no incomodar pero ¿sabes?, ya no pude esperar.
Con mi varita me hice pequeñita y llegue a ayudarlo.
-¡Hola! -¡Buen dia! Dije con temor.
El grillo, que ahora parecÃa enorme, me contesto de mal modo.
Tan mal educado fue, que dos lagrimitas cayeron por mis mejillas.
Me aleje y me senté a observarlo.De pronto este malhumorado amigo, cambio conmigo.
-¿Crees que puede ser un buen dia ¿Acaso no ves lo que pasa?
-¡Estoy aquà porque quiero ayudar! ¿Que te paso?
-Como habrás visto, me falta una de mis patas y esto me pone muy triste porque mis amigos cuando salen a al noche, no me pueden llevar...
-Y… ¿Cómo ocurrió?
-Una vez, jugando a las escondidas con mis amiguitos, enredé mis dos patitas en una hebra de hilo y al engancharse en una piedra, yo sin darme cuenta, tire y allà quedo mi patita…
-Ooo...… ¡Que dolor!
Mi cabeza ,busco soluciones, pero…¿te animarÃas a que juntos las encontremos?
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