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Inicio / Cuenteros Locales / delfinnegro / ¿QUÉ ES UN ENSAYO? A PROPÓSITO DE SI JUAN BOSCH ES O NO ENSAYISTA.

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Con motivo de la XII Feria Internacional del Libro Santo Domingo 2009, fui convocado junto a otros tres escritores -David Álvarez Martín, Odalís G. Pérez y Franklin Almeyda- a un Coloquio cuyo tema fue "Juan Bosch, el ensayista". Con ese motivo escribí la reflexión que aquí publico.



¿FUE JUAN BOSCH UN ENSAYISTA?


1-EXPLORANDO LA DEFINICIÓN DE ENSAYO.


Se sabe que Juan Bosch, en su larga vida personal y de escritor, practicó diversos géneros literarios: cuento, novela, poesía, ensayo. También trabajó en otros géneros que no son literarios, sino pertenecientes a otras áreas del conocimiento. Géneros pertenecientes a diferentes disciplinas científicas y técnicas (historia, periodismo, economía, sociología, historia, comunicación, crítica literaria). En esas áreas practicó varios géneros científicos y protocientíficos: artículo, reflexión, estudio, tratado. Hoy vamos a hablar de él en lo respecta a su escritura en el campo del ensayo, que es el tópico escogido por la XII Feria Internacional del Libro para este coloquio.

Abordar la cuestión de Juan Bosch como ensayista me lleva, antes de entrar propiamente en materia, a reflexionar y discutir públicamente sobre el ensayo como género, para establecer un criterio, un concepto sobre su naturaleza y campo, y luego aplicárselo a él como autor.

Es evidente que sobre el género de que hablamos no se ha escrito tanto como sobre poesía, cuento, novela, teatro y otros géneros literarios, de los que contamos con una bibliografía de millones de páginas. Y como este es un escrito que está llamado a no ser muy amplio, tocaremos ligeramente las ideas de algunos autores sobre el tema y luego expondré la mía. Veamos.

Conozco las ideas de Basilio Belliard, organizador de este Coloquio, sobre el esto, que es la misma del gran ensayista mexicano Alfonso Reyes, quien lo ve como el centauro de los géneros literarios, ya que linda con el poema, el cuento, la ciencia, la filosofía, etc.

Tamibién sé de lo pensado por Manuel Núñez, quien asume la idea de que el ensayo es un análisis, una exposición organizada, investigada, profundizada, sobre un tema y expuesto con elegante escritura. Es decir, que en esta definición apenas se diferencia de las exposiciones científicas propiamente dichas. Tal vez por esa belleza expositiva, además de que en estas habría -según Núñez- que extenderse más páginas, y tener una más detallada bibliografía, etc. Es ese punto de vista el que asume nuestro lingüista y crítico literario Pedro Henríquez Ureña, al titular su libro Seis ensayos en busca de nuestra expresión, e igual el sociólogo y político peruano José Carlos Mariátegui al titular el suyo Siete ensayos acerca de la realidad peruana.

En cambio, para Federico Henríquez Gratereaux, reconocido ensayista y crítico literario, el ensayo es lo que ha explicado el inventor de ese género y maestro en el mismo, Jacques Montaigne (quien como se sabe fue el inventor de el género ensayo). Es decir, que se trata de una exposición escrita en que el autor se place en verter sus opiniones personales sobre un asunto, con fines de compartir con los lectores el deleite de razonar en torno a lo que considera ciertas graciosas y valiosas verdades de la vida, al tiempo que disfruta de la belleza de la exposición. En este contexto, el ensayo podría tener –y a menundo lo tiene- fines tangencialmente orientadores o didácticos, científicos, filosóficos, históricos, etc., y aunque su enfoque pueda acercarse al análisis, a la discusión de conceptos, no deja de ser anto todo y sobre todo un divertimento.

Veamos las palabras textuales de Montaigne en la entrada a su libro de ensayos:

"Este es un libro de buena fe, lector. Desde el comienzo te advertirá que con él no persigo ningún fin trascendental, sino solo privado y familiar; tampoco me propongo con mi obra prestarte ningún servicio, ni con ella trabajo para mi gloria, que mis fuerzas no alcanzan al logro de tal designio. Lo consagro a la comodidad particular de mis parientes y amigos para que, cuando yo muera (lo que acontecerá pronto), puedan encontrar en él algunos rasgos de mi condición y humor, y por este medio conserven más completo y más vivo el conocimiento que de mí tuvieron. Si mi objetivo hubiera sido buscar el favor del mundo, habría echado mano de adornos prestados; pero no, quiero solo mostrarme en mi manera de ser sencilla, natural y ordinaria, sin estudio ni artificio, porque soy yo mismo a quien pinto. Mis defectos se reflejarán a lo vivo: mis imperfecciones -LXVI- y mi manera de ser ingenua, en tanto que la reverencia pública lo consienta. Si hubiera yo pertenecido a esas naciones que se dice que viven todavía bajo la dulce libertad de las primitivas leyes de la naturaleza, te aseguro que me hubiese pintado bien de mi grado de cuerpo entero y completamente desnudo. Así, lector, sabe que yo mismo soy el contenido de mi libro, lo cual no es razón para que emplees tu vagar en un asunto tan frívolo y tan baladí".

Obviamente, no vamos pretender ceñirnos estrictamente a lo planteado por Montaigne, pero su escrito contiene el elemento esencial que ha definido al ensayo durante su decurso en el tiempo, y es lo que lo ubica como un género literario y no científico: ser un divertimento, un solazamiento personal para deleite del lector.

En el andar de los más brillantes ensayistas de hoy por los territorios de la ensayística, no se ciñen ni limitan a este aserto del maestro francés, pero al leer sus piezas ensayístgicas notamos que se mantiene la esencia de ello. O sea, manteniendo como lo principal del género el arte jugar a razonar intuitiva y artísticamente sobre un asunto. Es lo que vivimos en los escritos de George Santayana, Jorge Luis Borges, José Ortega y Gasett, Octavio Paz, Italo Calvino, Mario Vargas Llosa, Eduardo Mallea, José Lezama Lima, Miguel de Unamuno, Paul Valéry, Enriquillo Sánchez, Antonio Zaglul, Manuel Valldeperes, Pedro Mir, Germán Arciniegas, Federico Henríquez Gratereaux, Cintio Vitier, Julio Cortázar, Gregorio Marañon, André Maurois y otros emblemáticos practicantes del género.

Obviamente, sea cual sea el objetivo del ensayista, ya de simple divertimento, ya de explicar de forma ligera y hermosa una idea, ya de discutir algún tema con los lectores, su contenido puede servir a los estudiosos de distintas materias científicas y especialidades como fuente de información y análisis.

En los debates sobre definiciones de categorías científicas (y de eso se trata, pues el ensayo es una categoría que se estudia en esa ciencia que es la crítica literaria), la opinión del Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE) no es la última palabra, pero nos ayuda. Por ello cito la definición de ensayo ofrecida por el diccionario de la RAE. Le atribuye venir del latín exagium, que significa tomar el peso de algo. Luego añade: “escrito en el cual el autor desarrolla sus ideas sin necesidad de mostrar aparato erudito”.

Ciertamente, cuando se habla de que en el ensayo no hay que “mostrar aparato erudito”, se quiere indicar que el autor no perseguirá hacer ciencia, investigación, pieza erudita, estudio, tratado, etc. Sino que en su condición de auténtico género literario, habrá de expresar su verdad poniendo en primer lugar la belleza, tal como la poesía, el cuento, la novela, el teatro, y los demás géneros oficiantes del lado estético de la palabra. Claro, por el camino habrá de contener y tocar ciencia, investigación, erudición, hondura, pero ese no es, generalmente, su propósito principal. Son consecuencias colaterales al fin buscado, parte del campo magnético en que se cruzan todas las cosas que existen, que ninguna es química ni físicamente pura, sino que en su interior hay siempre mayores o menores porcentajes de otras, incluidas sus contrarias.

Por eso, estoy de acuerdo con lo establecido por Montaigne y seguido por los grandes maestros universales en la práctica del ensayo, en el sentido de que es el género literario caracterizado por ser una exposición escrita en que el autor se deleita en la belleza del razonar el fingir razonar, la seducción del juego con los hechos e ideas de la ciencia, las categorías la filosofía, las visiones de la religión, recursos de la técnica, las visiones de la fantasía y los sueños de la imaginación, y, en fin, de todo lo perceptible y pensable visto como diversión verbal, como acertijo, como atisbo intuitivo, como otro camino –el estético- hacia la verdad, pero sin la meticulosidad y el don del detalle y la rigurosidad del filósofo al desarrollar sus ideas ni la precisión del científico al hacer sus experimentos.

Es, en dos palabras, la pasión por la búsqueda de una realidad marchando de la mano con el bel escrito, como diríamos parafraseando el bel canto. Y la diferencia entre un ensayista y otro, viene dada por qué aspecto o enfoque privilegie más, el que más cargue su estilo en el camino: la fuerza de la búsqueda de la verdad, la diversión, el humor, la sobriedad, la paradoja y otros recursos de búsqueda de la belleza.

¿Por qué se lo confunde con el estudio, el tratado, el artículo periodístico y otros géneros pertenecientes a ciencias y técnicas, y no a la literatura? Porque precisamente su juego es parecerse a esos géneros. Lo cual no es extraño en literatura, porque, por ejemplo, el cuento aparenta ser el relato de algo que ocurrió realmente, una información o reporte periodístico. La novela finge ser historia. La poesía quiere pasar por una conversación personal, parlamento de un diálogo. Igualmente, el teatro y el cine buscan que el espectador se olvide de la sala, y piense que eso está ocurriendo en la realidad, y de ahí que el público ve a los actores en la calle y tiene dificultad para separarlo del personaje que han hecho en la película u obra teatral. Así que, igualmente el ensayo, para ser verosímil, necesita hacer sentir que no se está jugando a hacer filosofía o ciencia, sino que el juego es cierto y que lo dicho podría ser verdadero –y a menudo lo es- sin abandonar la idea del bello decir, su arma y juego principal. Juego donde hay elementos verdaderos, reales, de los que aprendemos y que son útiles al sabio científico, igual que las hay en otras artes.

Claro, el ensayo, como todo género, no es sólo una cosa. Se le aplica lo mismo que a un poema. En él puede haber ciencia, narración, historia, música, pintura, tecnología, deportes, etc. Pero no es ni un estudio ni un libro de historia, ni una pieza musical ni una obra plástica, ni jornada deportiva, porque cada cosa es lo que mayoritariamente es, lo que prima, lo que es definitorio y fundamental, hacia donde se inclina más su naturaleza. Entonces, en un poema, lo mayoritario es el asalto emocional de las palabras, el ritmo –más que musical, silábico-, la plasticidad –más que pictórica, verbal-, etc. Igualmente, el ensayo como todo género siempre hace frontera con otros, pero es lo que es porque a lo que más acerca es a lo que define su esencia.

Para identificar un escrito como ensayo ¿debemos tomar en cuenta si tiene o no bibliografía, si es extenso o breve, si se publicó en un periódico, revista o libro, si es de un tema u otro, si tiene un mayor o menor porcentaje de citas? Claro que no. Porque bibliografía, citas, etc. son propios de los géneros científicos o protocientíficos. Y en cuanto extensión, tampoco es un referente para determinar si es o no ensayo, porque sería lo mismo que nos preguntáramos si un poema es corto o largo, si se publicó como poema o artículo, para determinar si es o no poema. Hay poemas largos y cortos. Ensayos largos y cortos. Este tema es apasionante, pero lo dejaremos hasta aquí, por el momento.



2-LOS ENSAYOS DE BOSCH.


Ahora, entremos a hablar del maestro y sus ensayos.

Si le aplicásemos a Juan Bosch nuestra definición, la idea desarrollada hasta aquí sobre el ensayo podríamos decir que fue ensayista, aunque muy escasamente, pues escribió muy pocos. Lo mismo que fue poeta, pero también en poca cantidad. A ello le agregamos que el Bosch ensayista, lo mismo que el poeta, no buscó ni hizo importantes innovaciones y aportes formales en ambos géneros. Diferente al cuento y la novela, en los que sí buscó aportar y aportó nuevos enfoques creativos y temáticos.

Aclaro: no es que considere que sus ensayos no tienen calidad. La tienen y de sobra. El hecho es que no dedicó mucho tiempo ni experimentación ni páginas a ese género literario. No fue el que más se avino a su gusto como escritor.

En eso se diferenció de su esposa, Carmen Quidiello, quien sí se ha dedicado al género, y ha sido su principal vía de aportes literarios. Los ha escrito muy buenos, algunos de los cuales publicaba en el suplemento Summa que tenía en el periódico Listín Diario, y el Banco de Reservas ha vertido recientemente en un hermoso libro que lleva el título de Reloj de sol.

Sin embargo, Bosch, en su época de director de la página literaria del Listín Diario, antes de irse al exilio, escribió pequeños ensayos sobre distintos temas, principalmente literarios y sobre cotidianidades. Ahora, que se organizan sus obras completas, el poeta y sociólogo Ramón Tejeda Read está haciendo la compilación de los mismos.

Y a propósito de su esposa Carmen, el autor de La Mañosa escribió para Summa, un hermosísimo y breve ensayo sobre el tiempo y la creación. Se titula Tiempo y trabajo en la creación artística. Por su brevedad, lo he incluido como ejemplo:

"Toda obra de creación –del hombre o de la naturaleza– se realiza en el seno del tiempo, y hay una sola manera de llevarla a cabo, que es trabajando. El creador, pues, está obligado, por la fuerza misma que lo lleva a crear, a sumergirse en el tiempo para trabajar. En última instancia, el valor de la obra creada estará en relación con el tiempo consumido en ejecutarla, o estará en relación con la intensidad con que el creador haya trabajado, dado que hay una medida del tiempo que se da en intensidad. Todas esas palabras las resumió Víctor Hugo diciendo que el genio es trabajo.

Desde que entramos en la Era de la revolución industrial, con la consiguiente extensión y profundización de la actividad comercial –de la cual es un agente la publicidad-, entramos también en la época de los llamados best sellers, es decir, los libros de mucha venta, que se consumen por cientos de miles y a veces por millones de ejemplares en pocos meses y a menudo hasta en pocas semanas; y a partir de entonces cada escritor aspira a ser un best seller. ¿Pero cuántos best sellers figuran en la historia de las letras? Muy pocos, por cierto. En cambio, son numerosos los libros que les abrieron a sus autores el camino de la inmortalidad a través de una penetración lenta y a veces hasta dolorosa; porque fueron escritos con el designio de que perdurarán, no de que se vendieran como una mercancía pasajera.

La conciencia del valor que le agrega a una obra el tiempo empleado en ejecutarla se advierte en el cuidado que emplea su autor en aplicar la técnica de su oficio. La pincelada de un pintor puede decirnos muchas verdades acerca de su actitud ante la pintura, así como la forma en que un escritor usa la lengua puede decirnos si respeta o no su arte. Se conoce el caso excepcional de una Premio Nobel italiana que escribía con faltas de ortografía, pero lo natural es que quien no sabe escribir su lengua no es escritor serio, y para aprender a escribir una lengua se requiere darle al tiempo la dimensión del trabajo.

La vocación creadora es una pasión, por cierto, que consume a quien la padece. Pero si esa pasión no es contenida en los límites que le señala la técnica con que ha de manifestarse al mundo, puede ser tan dañina como todo lo que se desborda. Y la técnica se adquiere dedicándole trabajo y tiempo, así como hay que dedicarle trabajo y tiempo a la aplicación de esa técnica a cualquier obra de creación.

Los jóvenes que aspiran a ejecutar su obra de un día para otro se exponen a desencantos dolorosos, pues nada que no tenga sus raíces en el tiempo puede perdurar. Y la única manera conocida de enraizar algo en el tiempo es trabajando".

Otro ejemplo de ensayo de Juan Bosch es el titulado Una página para Iván Guzmán Klang, que escribió y publicó en el periódico El Nacional con motivo de la muerte del agrónomo que llevaba ese nombre, hijo del fenecido expresidente Antonio Guzmán. En esta hermosa pieza, Bosch se duele y nos invita a dolernos por esa pérdida humana, al tiempo que nos explica la brillantez del joven profesional con unas palabras propias del ensayo: busca conmovernos a través del hermoso razonar con que nos habla de la vida ejemplar del que probablemente sea el más joven decano de facultad universitaria en el mundo. El autor busca, encuentra, muestra y demuestra la verdad a través de los efluvios intuitivos e instintivos, en vez de la rigurosa cadena del razonamiento lógico, el cálculo, la exposición ordenada de hechos y argumentos o la reflexión profunda –que con tanta maestría exhibe en sus tratados, estudios, reflexiones y artículos-.



3-BOSCH: MAESTRO DE LAS INVESTIGACIONES, ESTUDIOS, TRATADOS, REFLEXIONES Y ARTÍCULOS.


Ahora, se preguntarán ustedes: “Y los escritos de Bosch sobre política, economía, historia, cultura, ¿no son ensayos?”. Pues les diré que no lo son. “Si no son ensayos -me preguntarán ustedes- qué son?”. Son tratados, estudios, reflexiones, artículos, discursos, conferencias, según el caso.

Recuerdo que, cuando yo era director del periódico Vanguardia del Pueblo, del PLD, Bosch nos entregaba para publicarse en él una serie de análisis económicos sobre la crisis de finales de la década de los 70 y comienzos de la de los 80; crisis que sufría los Estados Unidos: la estanflación de la llamada década perdida por los economistas. Luego desarrolló una serie sobre la crisis económica en nuestro país. Estos escritos están publicados ahora en un tomo de sus obras llamado Escritos económicos.

Después, dictó unas conferencias sobre el feudalismo, otras acerca de los países árabes y unas en torno a Vietnam, las cuales fueron publicadas en forma de libros. Mucha gente les llamó ensayos, pero en realidad eran estudios o reflexiones sobre esos temas. No ensayos, pues en su visión de esos temas, lo principal no era el bello razonar, los juegos verbales de la razón o la pseudorazón deleitándose en el tema, sino con un carácter incluso didáctico, explicativo, con información, referencias, citas y enfoques que permitieran a los lectores entender lo ocurrido en esas regiones del mundo y de la historia. Algo muy distinto a lo que hace, por ejemplo, Enriquillo Sánchez en su ensayo premiado El terror como espectáculo, a propósito de lo que ocurrió con las Torres Gemelas que albergaban al Centro Mundial de Comercio. O, como hace el mismo autor en su pequeño gran ensayo sobre el psicoanálisis titulado Dormir es actuar, publicado en su libro Para uso oficial solamente. Desde el título nos damos cuenta del propósito lúdico del escrito, de que no busca la verdad a la manera en que estamos acostumbrados. “Una teoría no ha de ser verdadera. Ha de ser hermosa”, dice Enriquillo, en una atractiva forma de comunicarnos la seducción que poseía la teoría del maestro Sidmund Freud.

Bosch fue siempre ante todo un escritor. Un exquisito y maravilloso escritor. Pero su gran sentido del deber lo llevó a incursionar en la política, donde el decurso de los hechos sacó a flote sus condiciones de líder, de estadista, de conductor de pueblos. Ello lo hizo estudiar la historia dominicana, para conocer y dar a conocer el origen de nuestras debilidades y fortalezas. Ello lo condujo a estudiar la historia universal, y, a su vez, la filosofía de la historia, para entender cómo funciona esta ciencia. Hurgó en las ciencias económicas, sociológicas, psicológicas, comunicacionales, culturales, y, claro, a escribir sobre esas áreas del conocimiento; lo hizo siempre con la meta de orientar a su pueblo en torno a la solución de sus grandes y seculares problemas.

El resultado de esas investigaciones fueron los escritos en esas áreas del conocimiento. Muestras de ello son: Trujillo: causas de una tiranía sin ejemplo, Cuba, la isla fascinante, Crisis de la democracia de América en la República Dominicana, Composición Social Dominicana, De Cristóbal Colón a Fidel Castro, Máximo Gómez: Napoleón de la guerrilla, La guerra de la restauración, Breve historia de la oligarquía, Dictadura con respaldo popular, El Estado: orígenes y desarrollo, Poker de espanto en el Caribe, Pentagonismo: sustituto del imperialismo.

Esos libros son, en casi todos los casos, -con excepción de la Composición Social Dominicana y De Cristóbal Colón a Fidel Castro, que pueden considerarse verdaderos tratados- estudios sobre los temas tratados. Y en ellos, Juan Bosch muestra varias de sus virtudes de analista y comunicador:

a) Siempre que trata un tema lo hace a partir de exponer una tesis propia, nueva, sobre el asunto, y luego se ocupa de escudriñar la realidad, en los escritos sobre el mismo por los especialistas, y demostrar su aserto.

b) Muestra en ellos un estilo de escritura que tiene gran diferencia con su narrativa. Aquí se impone la oración larga, los grandes incisos, las estadísticas, las pruebas documentales, y otros elementos propios de estudios pormenorizados de lo expuesto.

c) Manejo de una amplia y detallada cadena de consultas bibliográficas que llaman al lector a consultar los textos de donde Juan Bosch saca sus citas. Cabe anotar que su manejo de las mismas es distinto al que habitualmente emplean los otros investigadores. Estos ponen un asterisco o número que sirve de llamado o referencia al pie de página o al final del libro. En cambio, nuestro autor abre un paréntesis al lado de cada cita, en el que pone título, fecha, editora, país, etc. de las obras, de modo que el lector puede, si lo desea, ir a ellas directamente desde el texto en cuyo contexto las ha colocado el escritor.

d) Al igual que en su narrativa, Bosch sigue en sus estudios de investigación política o histórica el uso de una lengua sencilla, con un vocabulario generalmente accesible al hombre común, haciendo acopio de la frase de Ortega y Gasset, de que “la sencillez es la cortesía del filósofo” o el aserto de Pedro Mir de que pueden escribirse grandes obras con las mismas palabras con que pedimos lo que compramos en el mercado. Incluso, en muchos casos, se dedica a explicar en detalles el significado de términos técnicos de las distintas áreas del conocimiento que explora.

Ello nos indica claramente que no escribía para especialistas –aunque la profundidad y seriedad de lo escrito era digno del estudio de estos- sino para los jóvenes dirigentes y militantes políticos, en su afán de educarlos.

e) Los seductores giros verbales, la agilidad de la frase y los juegos creativos en el manejo de la lengua de que se vale Bosch en su narrativa, aquí están prácticamente ausentes, precisamente porque su propósito no es artístico sino didáctico o ideológico.

De tal modo es así que incluso él tenía claro que esos no eran ensayos sino estudios. Por ello, a los folletos educativos que escribió para los Comités de Base del PLD no les llamo Ensayos sociales, sino Estudios sociales.Es decir, el autor estaba claro en que eran estudios y no ensayos.

f) Un detalle innovador en la exposición de los estudios de Bosch es que se interesa casi siempre en escribir capítulos cortos, y a su vez, dividirlos con entretítulos alusivos a los distintos subtemas que desarrolla. Eso le facilita al lector seguir el hilo de sus ideas, casi siempre expuestas con una evidente lógica aristotélica en la forma de exposición, aunque dialéctica en el contenido.

Hay otros dos aspectos de la obra de Juan Bosch dignos de referir brevemente aquí. Se trata de sus discursos, conferencias y artículos periodísticos.

En cuanto a los discursos, se sabe que desde su regreso al país en 1962, nuestro escritor y político revolucionó el estilo de oratoria para las masas, con un nuevo e impactante modo: sencillo, dialogal, usando los refranes, máximas, leyendas, cuentos y anécdotas del pueblo, al tiempo que explicaba con magistral claridad los intrincados temas filosóficos, históricos, políticos, sociológicos, etc.

Nuestro pueblo estaba acostumbrado a la oratoria grandilocuente de Trujillo, la retórica semibarroca de Balaguer, la vehemente dramática de Peña Gómez y Viriato Fiallo, la estremecedora y formal de Meriño y Billini.

Juan Bosch viene con palabras al alcance de todos, como si estuviese en una enramada sentado en la silla de guano conversando con la gente, hilvanando el buen humor, referencias del país y el mundo, el razonamiento del buen sentido y el sentido común de fácil acceso al hombre de a pie, con las herramientas de la lógica simple e inteligente del pueblo. Armado de esos medios, logra un discurso que le permite fácilmente explicarle a la población desde intrincadas categorías filosóficas y científicas –la leyes de la historia, la dialéctica, la unidad y lucha de contrarios, las contradicciones, clases sociales, sistemas políticos, regímenes sociales, la ética, etc.- hasta el fenómeno Trujillo, Báez, Lilís, Duarte, Luperón, etc.

Hay una gran similitud entre ellos y sus artículos periodísticos, publicados primero en los diarios dominicanos de distintas épocas, y luego en Vanguardia del Pueblo, órgano del del PLD.

Cuando leemos esos textos, podemos decir que muchos de ellos se acercan al ensayo, aunque no lo son; al estudio, aunque tampoco lo son.

Si a un género pertenecen, ese es al de la reflexión. Son ejercicios del pensamiento en las materias atinentes a orientar sobre la problemática del momento. Con un aire trascendente, ya que Bosch nunca perdió su perspectiva de maestro, de estratega, de pensador, el cual siempre que abre la boca es con fines de enseñar algo, de dar una lección deductiva desde un camino inductivo, yendo desde los problemas particulares hasta los grandes retos generales de los dominicanos, ya no vistos como nacionales, sino como de los ciudadanos del mundo. La influencia de Hostos y Martí en él es evidente.

La reflexión, como género que propongo, puede definirse como un escrito en el cual el carácter principal es el objetivo de comunicar una lección moral, científica, filosófica, técnica, sobre un tema de interés del lector, alusivo a algún tema importante en su vida profesional o personal expuesto en forma simple, amena y concisa.

Evidentemente, la reflexión aún no está oficialmente aceptada como género; un género que está más cerca de la ciencia y el periodismo, que de la literatura, aunque la roce, de vez en cuando.

Es, al igual que la anécdota, un género literario cuyo ejercicio es viejo, pero cuya definición y aceptación válida está por hacerse, lo mismo que está pendiente su ubicación en la ciencia, la técnica o las artes.


4-CONCLUSIÓN.


¿Fue Juan Bosch un ensayista? Llegó el momento de dar respuesta definitiva a esa, la pregunta que sirve de título a este escrito. Visto lo que hemos planteado y argumentado anteriormente, concluimos en que Juan Bosch fue un ensayista, pero no por aquellos textos suyos a los que alguna gente le atribuye la condición de ensayos.

Lo fue por esos escritos en los que se regodeaba en el deleite lúdico del buen razonar, de su exquisito buen decir y de su intuitiva y personal forma de buscar la verdad por vía de la dialéctica que convierte en belleza luminosa a los rudos hechos de la ciencia y en lirismo vibrante las intrincadas reflexiones del pensar filosófico.

No se dedicó al ensayo con la frecuencia e intensidad y afán de innovación con que lo hicieron Ortega, Alfonso Reyes, Paz, Lezama Lima o Cortázar, porque concentró sus escritos en lo que entendió que más necesitaba su pueblo, cuando después de escribir su último cuento en 1961, se dedicó exclusivamente a la política. Escribió algunos ensayos, pero la gran mayoría de sus escritos políticos, económicos, sociológicos, históricos, están hechos "con aparato erudito", y por tanto no son juegos verbales del razonar para deleitar con la belleza expositiva, sino serios y sobrios estudios, tratados, reflexiones, acompañados de citas, referencias bibliográficas, etc., que no son propios de un género literario sino científico. Dichosa decisión la de dedicarse en cuerpo y alma a la política, pues le permitió legarle al pueblo dominicano su obra de pensador, de estudioso de la historia, la sociología, la economía, después de haber acabado su portentosa obra literaria creadora, y así alcanzó lo que más quería que recordara de él su pueblo: que fue un hombre de altos principios morales y éticos, dedicado al trabajo intelectual y político dirigido al sueño de alcanzar su dignificación como sociedad y como país.


Muchas gracias.

Texto agregado el 03-05-2009, y leído por 1462 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
03-05-2009 desconocia este tema ,gracias a tus conocimientos y tu generosidad de traerlos aqui se me aclaro el tema.Admiro tu gran conocimiento y reconozco tu talento para facilitar que hasta el menos instruidi en estas cuestiones pueda acceder .Gracias nuevamente ******* shosha
03-05-2009 Que bueno es aprender leyendote, un placer mis****** y gracias. nanajua
03-05-2009 Muy interesante e ilustrativo. Gracias por compartirlo. susana-del-rosal
 
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