Una noche, una mirada, fue todo lo que se necesitó para que todo cambiara. Antes pensaba que la felicidad no era para mí, pero desde que entró en mi vida todo cambió de color.
Lo malo: entró como un huracán, sin avisar, volteando todo y tan sólo dejando un desastre atrás sin regresar.
Lo bueno: me cambió la vida, nunca olvidaré aquel día porque aunque a veces me duele recordarlo, sé que vino para recordarme que todo puede pasar.
Ahora puedo ver la vida diferente, como si antes estuviera una cortina que no me dejaba ver bien lo que había adelante pero ya no está más y sé que no importa lo que pasó sino lo que vendrá.
Es verdad que a veces lo extraño pero siquiera tengo el recuerdo y la esperanza de volverlo a ver. Me enseñó que la confianza es lo mejor que uno puede tener aunque sea sólo por unos momentos ya que es en ese tiempo cuando todo se puede alcanzar.
Por algo sucedió y me alegro pero quiero más, no sólo una memoria, lo deseo a él. ¿O será que sólo me atrae lo que representa? Fue mi salvación en una etapa en la que me estaba ahogando sin pasión como mi aire.