Cuando los tiempos se agoten.

Sere luz o florecerá el olvido.

Por elección fue el primero, heredero de los dioses, imagen y semejanza. Su heredad sumaria más que las arenas del desierto.
El mandato fué severose, “dejarás a tus padres”, abandonarás tu tierra. ¡Serás un hombre renacido sin el peso de la historia! Renunciarás a tus ídolos y te convertiré en idolatra?. Perdida la certeza del retorno, concibe el hijo destinado al holocausto, espera el milagro a cambio de la ofrenda que confirme la creencia.

Escucha voces demandantes, antiguos Dioses le reprochan, se presume alucinado. Rodeado por ángeles y demonios debe tomar la decisión. Por un instante se siente un niño en el taller de su padre, ve figuras apiñadas en estanterías. Les hablaba pero no contestaban, tenían ojos pero no veían. Permanecían inmóviles, imperturbables, solo resonaba en sus oídos la voz de su padre, palabras de amor, presagios de ausencia.

Por el absurdo se abrazaría a la fé, ¿donde encontrar consuelo?. Dudaba ante los reclamos de su conciencia. Solo la certeza podía acudir en su socorro. Debía admitir el sufrimiento, aceptar los limites de lo humano, la imposición de lo divino, repensar sus antiguos ídolos que tenían boca, pero permanecían en silencio, ojos que no veian, orejas que no escuchan

Tampoco encontraba comprensión entre los hombres, su edad al concebir un hijo invitaba a la sospecha, cuando no a la burla. Siempre rindiendo cuenta, amamantar ante la gente, ante hombres que tenían ojos y no veían, bocas maldicientes, un corazón que no sentía.
El barro hecho carne, imponía el fracaso inevitable

Tal vez nunca se supo si regreso de aquel lugar, cuál fué el destino de su hijo, del hijo que sigue en permanente oferta a un holocausto que no concluye, que mata y muere en las fronteras. Continúan los mismos Dioses, regulan la oferta y la demanda, herederos de los monstruos que fabrican nuevos monstruos

Pasaron siglos desde ese entonces, hoy camino por las calles,.ya no existen para mi ni las noches ni los días. Rostros sonrientes contrastan mi tristeza, se de un árbol y rayas verdes pegado a mi ventana. Cuando los tiempos se agoten, apartado de la vida- envuelto por los vientos, seré luz o seré sombra, si tus pensamientos me evocan. Altos muros se oponen frente a mí, enturbian el horizonte, los sentidos me excluyen del juego de la vida. Me embriago inmóvil contemplando el cielo, medito noches enteras. Hundo el pensamiento en lo abstracto de mis sueños, pálida imagen de un alma que se sustenta en el olvido.

Andre, laplume.